Lo de Rato no
tiene nombre. Verdaderamente es de autentica vergüenza. No llego a comprender como se realizan esas
cosas en la más absoluta normalidad y poca gente se moviliza y gritan en su
contra.
La corrupción
flota y flota y nadie, al parecer, dice nada. La política y la banca se unen,
se entrecruzan y se entrelazan de tal manera que nunca se sabe donde está una y
donde está la otra. Pero eso de la política y la economía es una rareza verlas
entrecruzadas en la filas de la izquierda y es totalmente normal en la derecha.
Y a los hechos me remito.
Yo pienso que
la sociedad está tocada totalmente en sus criterios morales. No en sus matices
religiosos de comunión diaria de la derechona sino en la moral cívica. Esta
sociedad, digo, está tocada. Tocada en lo más profundo de su estructura básica:
en su credibilidad. Queremos que la ciudadanía crea en el Sistema. Queremos que
el ciudadano sea leal y adepto a las estructuras sociales y políticas, base del
Sistema. Queremos y nos empeñamos en ello. Pero vemos que cada vez hay menos participación
en las elecciones, que cada vez hay menos credibilidad en lo público, que cada
vez se es mas reticente a la defensa de las estructuras del sistema
democrático. Y ello es totalmente normal. Casos como el Rato ocurren todos los días y que no tienen sanción
ni penalidad hacen que aumente el descrédito del Sistema. Pero es que es más
aun. No tienen recriminación ni sanción y, lo que es peor, tienen premio claro
y compensación. Y es más: tienen respeto y consideración social.
Cuando un tipo
que desgrave a Hacienda, o bien cometa un delito fiscal, o bien haga
contrabando de mercancías, o haga algún delito, entre en una tienda cualquiera
y la gente que allí esté le de la espalda y murmure a sus espaldas acusándole
de indecente y de ladrón, y él se sienta despreciado, ese día habrá mejorado la
sociedad. Porque, está demostrado, la
Ley no se imparte de igual manera para todos. Eso es
totalmente evidente. Y debería ser la ciudadanía la que se movilizara y la que
tomara partido en defensa de la honestidad y de la honradez.
Estoy
convencido que si los hijos de estos sinvergüenzas en el colegio, si sus amigos
lo conocieran como el hijo de tal pero en despectivo, en vez de enorgullecerse
por ser compañeros de colegio y verles llegar al cole con sus mercedes, otro
gallo les cantaría. Si en el club de polo le trataran con desprecio por ser un
chorizo, otro gallo le cantaría. Pero
no. Vivir cerca de él, ir al mismo club que él, asistir a la misma misa que él
es para la mayoría de los influyentes de este país, un orgullo, pues su imagen
no se deteriora. Y esa es la verdadera vergüenza de este país y de esta
sociedad.
Rato,
vicepresidente del Gobierno de Aznar y Presidente del Fondo Monetario
Internacional, parece que estaba caído en desgracia. En el mundo de las
finanzas estaba totalmente muerto. Salió del Fondo antes de tiempo y por la
puerta de atrás. Pero con fuerzas para liderar Bankia que ha resultado ser la
estafa mayor de nuestra historia. Tanto que ha sido imputado y probablemente va
a ser condenado. Pero ello no le impide
que alcance lo último de la serie. Que sea nombrado consejero de Telefónica.
¡¡¡Vaya poquísima vergüenza!!! Y aquí todos calladitos y asumiendo vergüenzas y
recortes. Y el Gobierno ¿que tiene que decir ahora?. Dinero, dinero y más
dinero. Estos son los que verdaderamente entienden de economía y no un tipo raro,
elegido presidente de Gobierno, ni más ni
menos que de León. Y como aquel entiende tanto de economía, pues ahí lo tenemos
en el FMI, en Bankia, haciendo una gestión magnífica hasta llevarlo al
Santander junto con su amigo Zaplana.
La ciudadanía
aguanta porque es buena gente porque el tema es para salir corriendo y huyendo
o buscar las oportunas responsabilidades donde haya que buscarlas.
Yo solo pido
que la gente se entere de una vez por todas y vea los intereses de estos
tipejos que hacen del servicio público una escalera para conseguir pasta y más
pasta que llenar en sus bolsillos.
Pedro Villagrán
06.01,13
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