Acabo de
llegar de mi gimnasio. Allí me he fundido haciendo esfuerzos en las máquinas y
después he nadado unos largos. Bastante cansado me he ido al vestuario a
cambiarme. Hoy había tertulia. Tertulia de mucha gente que acude a aquel sitio
de muchas edades para cambiarse después de la ducha. A la hora que yo voy la
mayoría son personas mayores, como yo. Y después de ejercitarse fuertemente y
forzarse parece que todos los músculos están cansados, salvo la lengua. Ésta
está como necesitada de trabajar en consonancia con los demás miembros musculares
del organismo.
En ese momento
que se está uno secando después de la ducha mis compañeros de gimnasio hablan y
hablan. Son como los tertulianos de la radio que hablan, bastante fuerte por
cierto, y dan su opinión contrastada con las de otros que también han dado de
mano en su trabajo deportivo diario. El vestuario es amplio y separado el mismo
por las taquillas. Las voces resuenan mucho en aquel espacio abierto separado
en compartimentos para vestuarios con taquillas.
Hoy el diálogo
y el parlamento estaba entremezclado entre fútbol, Cataluña, y, evidentemente,
la crisis económica. Uno de ellos hablaba del Madrid. Era madridista y culpaba
de todas sus cuitas a Mouruiño. Decía, con una altura de voz enorme, que el
Madrid estaba ultimamente como nervioso, que jugaba como atolondrado y sin la
calma necesaria para jugar bien al futbol. Juega, decía, como un pollo sin
cabeza. “Y la culpa la tiene exclusivamente ese entrenador que está loco”. Le
llamaba loco y que en su locura estaba llevando a su equipo al paroxismo y a la
enajenación. Decía otro, afirmando las manifestaciones del primero, que Pepe,
Cristiano Ronaldo y Sergio Ramos son grandes futbolistas, dignos de las mejores
proezas, pero con el cerebro del equipo en el entrenador, como debe de ser,
emulan la crispación y el atolondramiento de quien les dirige. “Así va a
terminar mal este asunto” decía otro madridista refiriéndose tanto en la Liga como en la Copa de Europa. Estas gentes
terminan mal. De pronto otro comentarista desde la lejanía física del vestuario,
con un poco de sorna y socarronería comparaba, el juego del Madrid con el del
Barcelona de anoche frente al Levante. Llevaba la intención de molestar al que
antes había hablado, además de su lado de cachondeo. Pero todo era el motivo de
dejar claro que quien mal anda mal acaba. Decían, con, picardía lo bien que jugó
el Málaga con el Valencia metiéndole cuatro goles cero en un buen partido. Con tranquilidad
y sabiendo lo que se hacía. Y ello gracias a Peregrini, su magnífico
entrenador. A su cabeza pensante.
Y en ese
planteamiento, rayando en lo filosófico,
otro tertuliano sacó el tema de Mas. De Artur Mas. “Vaya batacazo que le han
pegado los catalanes a Artur Mas”. “Otro loco como Mourinho”. Otro Mesías, decía
otro con una voz bastante ronca. “Otro loco que va a volver loco al personal de
Cataluña”.
Yo guardaba
silencio, mientras me cambiaba fijándome solo en lo que hacía, pero escuchaba
con mucha atención. Con bastante observación pero sin demostrar para nadie la mínima
curiosidad. Callaba, pero tenía las orejas bastante abiertas. Ni siquiera sonreía
lo más mínimo. Pero, como una esponja, recogía las conversaciones que se esgrimían.
Y es que era
bastante interesante. Parecía superficial y frívolo pero, a la vez, era una
especie de profundidad de diálogo. “Mas ha hecho un pan como una torta”, decía
un señor al que no veía ni le ponía cara, pero le escuchaba de lejos.
Se comparaba
todo en una mezcolanza complicada el Madrid con sus resultados, Artur Mas y el resultado de las elecciones de
Cataluña. Todo se hablaba en absoluta libertad. Después de mucho charloteo saqué
la consecuencia y la conclusión de lo cabreada que está la afición del Madrid
con su equipo que tiene malas maneras, fuerte crispación y está muy debajo de su
eterno rival. Éste, el Barça, gana de calle y con un fútbol preciosista para
mayor saña para aquellos. Y por último el personal está de chirigota con Mas
que quiso hacer la bufonada de disolver el Parlamento catalán para tener más
apoyo en sus ideas soberanistas, tapadera de sus verdaderos problemas económicos
y conseguir ahora, disminuir ostensiblemente su apoyo electoral.
Mi gimnasio es
una escuela de hacer ejercicios para tenerme en forma y además es un sitio de
parloteo con muchos tertulianos en calzoncillos muchísimos mas asépticos,
sinceros y rigurosos que los que acuden a TVE1, Antena 3 o telecinco (y no
digamos intereconomía). Y con más edad y experiencia de la calle.
Pedro Villagrán
26.11.12
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