En la entrada de
ayer en este blog, yo ponía encima de la mesa los problemas que, a mi entender,
recaían en la estructura organizativa y en el mensaje político de mi partido.
Ellos existen sin más y que, desde hace
tiempo, nadie le pone el cascabel al gato, como se dice popularmente. Porque cada
vez que se perdían elecciones, municipales, autonómicas, generales etc,
inmediatamente se piensa que es
importante cambiar a líderes. Pero los líderes que se proponen, son personas criadas y formadas en esta estructura
deficitaria, y sin gran interés en cambiar nada porque, los hechos lo
confirman, a ellos les ha ido bien y se sienten en el trampolín con capacidad
de nadar en la piscina.
En el XXXV
Congreso Federal, donde fue elegido Zapatero, yo estaba entonces en un grupo
del Partido que se llamaba “Iniciativa por el Cambio”, que lideró Cristina
Narbona con Borrell. Y en sus
planteamientos estaba una reforma muy profunda de la Organización. Muy
profundas. Ya había pasado aquellas primarias de Almunia y Borrell que tuvieron
un final tan desastroso pero no exento, en la trayectoria, de una ilusión
importante de la militancia con respecto a los cambios que se proponían. Aquello
terminó en el 2000 en el Congreso XXXV
Federal, con la elección de Zapatero que configuro una Comisión Ejecutiva
Federal que, a mi modo de ver, era de paños calientes y de mantener las cosas
como estaban con cambios de caras y compañeros. Decía Zapatero en Málaga una
frase que a mi me dejó absorto “Ha llegado el momento de los jóvenes y las
mujeres”. Yo que ya, ya en aquel tiempo del 2000, era mayor, se me marginaba y
como tampoco era mujer, pues más de lo mismo. Ese planteamiento tan simplista
llegó al 2004 con unas elecciones generales donde todo estaba para que perdiéramos
de calle. El atentado de Atocha rompió esa tendencia y conseguimos el Gobierno.
Pero el Partido seguía con muchos problemas. Problemas sin resolver. Zapatero
institucionalizó, aun más, el Partido. Y
la juventud que puso en la
Dirección eran jóvenes, eso si, pero con perfiles políticos
de poca experiencia y sin mucho interés de cambiar las cosas. Sin interés
alguno de cambiar la maldita institucionalización.
Porque la institucionalización tiene eso. Que cuando
se pierde el Gobierno, como ahora, nos encontramos prácticamente en pelotas (y perdonadme
la frase), con un Partido totalmente débil. Y es que ese problema de la Organización no queda
en Madrid. Queda en su conjunto la tendencia que se desparrama hacia el lugar mas recóndito de
nuestra geografía para dar más de lo mismo.
Ayer en mi
blog decía que no hay que dimitir. Ello daría pié a dar pábulo a muchos
agazapados que intentan aprovecharse de las circunstancias y del follón para
obtener réditos políticos. Yo te invito, amigo bloguero, a ojear la entrada de
ayer. Creo que Rubalcaba debe mantenerse en su liderazgo. Es fundamental que
sea así. Pero él debía entrar en una dinámica política de hablar con todo el
mundo. Hablar con los que están en el candelero y los que están, que son
muchos, en el ostracismo político. Quien se mantiene en política de partido, con la que
esta cayendo, o busca su mantenimiento personal a ama mucho a esta Organización.
Y que conste una cosa. Rubalcaba nunca estuvo antaño
con los míos, defendiendo el modelo de Partido que yo defiendo. Pero eso es
baladí. Lo importante es que tiene autoridad política para cambiar a este
partido desinstitucionalizado totalmente y débil, en un Partido con proyecto político
claro, concreto, vital e ideologizado contrario a la marea liberal a la que nos
enfrentamos.
Por lo tanto
mi apoyo mas firme al Secretario General. Y que conste que como yo piensan un
montón de compañeros que confían en que él tiene la capacidad de iniciar de
verdad los cambios necesarios para hacer de este Partido un Partido con un
proyecto de izquierdas ilusionante a los ciudadanos de este país. Si ello no se
hace, se corren graves consecuencias. Porque las cosas están bastante mal. Solo
mirar un poco por esta Andalucía mía, por esta Málaga mía y por mi Agrupación
Local mía. Y ello no es un criterio localista. Así está casi todo. Todo está
necesitando, como el comer, cambios en profundidad, organizativos e ideológicos,
para hacer de este Partido un verdadero instrumento de cambio social en nuestro
país.
Ánimo, pués, compañero Alfredo.
Pedro Villagrán
24.10.12
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