24 octubre 2012

MI APOYO A AFREDO P. RUBALCABA









       En la entrada de ayer en este blog, yo ponía encima de la mesa los problemas que, a mi entender, recaían en la estructura organizativa y en el mensaje político de mi partido. Ellos  existen sin más y que, desde hace tiempo, nadie le pone el cascabel al gato, como se dice popularmente. Porque cada vez que se perdían elecciones, municipales, autonómicas, generales etc, inmediatamente  se piensa que es importante cambiar a líderes. Pero los líderes que se proponen, son  personas criadas y formadas en esta estructura deficitaria, y sin gran interés en cambiar nada porque, los hechos lo confirman, a ellos les ha ido bien y se sienten en el trampolín con capacidad de nadar en la piscina.
       En el XXXV Congreso Federal, donde fue elegido Zapatero, yo estaba entonces en un grupo del Partido que se llamaba “Iniciativa por el Cambio”, que lideró Cristina Narbona con Borrell. Y  en sus planteamientos estaba una reforma muy profunda de la Organización. Muy profundas. Ya había pasado aquellas primarias de Almunia y Borrell que tuvieron un final tan desastroso pero no exento, en la trayectoria, de una ilusión importante de la militancia con respecto a los cambios que se proponían. Aquello terminó en el 2000 en  el Congreso XXXV Federal, con la elección de Zapatero que configuro una Comisión Ejecutiva Federal que, a mi modo de ver, era de paños calientes y de mantener las cosas como estaban con cambios de caras y compañeros. Decía Zapatero en Málaga una frase que a mi me dejó absorto “Ha llegado el momento de los jóvenes y las mujeres”. Yo que ya, ya en aquel tiempo del 2000, era mayor, se me marginaba y como tampoco era mujer, pues más de lo mismo. Ese planteamiento tan simplista llegó al 2004 con unas elecciones generales donde todo estaba para que perdiéramos de calle. El atentado de Atocha rompió esa tendencia y conseguimos el Gobierno. Pero el Partido seguía con muchos problemas. Problemas sin resolver. Zapatero institucionalizó, aun más,  el Partido. Y la juventud que puso en la Dirección eran jóvenes, eso si, pero con perfiles políticos de poca experiencia y sin mucho interés de cambiar las cosas. Sin interés alguno de cambiar la maldita institucionalización.
        Porque  la institucionalización tiene eso. Que cuando se pierde el Gobierno, como ahora, nos encontramos prácticamente en pelotas (y perdonadme la frase), con un Partido totalmente débil. Y es que ese problema de la Organización no queda en Madrid. Queda  en su conjunto la tendencia que se desparrama hacia el lugar mas recóndito de nuestra geografía para dar más de lo mismo.
       Ayer en mi blog decía que no hay que dimitir. Ello daría pié a dar pábulo a muchos agazapados que intentan aprovecharse de las circunstancias y del follón para obtener réditos políticos. Yo te invito, amigo bloguero, a ojear la entrada de ayer. Creo que Rubalcaba debe mantenerse en su liderazgo. Es fundamental que sea así. Pero él debía entrar en una dinámica política de hablar con todo el mundo. Hablar con los que están en el candelero y los que están, que son muchos, en el ostracismo político. Quien se mantiene en política de partido, con la que esta cayendo, o busca su mantenimiento personal a ama mucho a esta Organización. Y que conste una cosa.  Rubalcaba nunca estuvo antaño con los míos, defendiendo el modelo de Partido que yo defiendo. Pero eso es baladí. Lo importante es que tiene autoridad política para cambiar a este partido desinstitucionalizado totalmente y débil, en un Partido con proyecto político claro, concreto, vital e ideologizado contrario a la marea liberal a la que nos enfrentamos.
       Por lo tanto mi apoyo mas firme al Secretario General. Y que conste que como yo piensan un montón de compañeros que confían en que él tiene la capacidad de iniciar de verdad los cambios necesarios para hacer de este Partido un Partido con un proyecto de izquierdas ilusionante a los ciudadanos de este país. Si ello no se hace, se corren graves consecuencias. Porque las cosas están bastante mal. Solo mirar un poco por esta Andalucía mía, por esta Málaga mía y por mi Agrupación Local mía. Y ello no es un criterio localista. Así está casi todo. Todo está necesitando, como el comer, cambios en profundidad, organizativos e ideológicos, para hacer de este Partido un verdadero instrumento de cambio social en nuestro país.
       Ánimo, pués, compañero Alfredo.


Pedro Villagrán
24.10.12

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