Hace algunos
días un buen amigo mío, uno de los mejores, me dijo que me felicitaba por mi
llegada a su club. Desde hace bastante tiempo este compañero, y amigo, se
encuentra en un estado de hendidura política crónica con respecto al PSOE del
que sigue, eso si, siendo orgulloso militante. No es que mi amigo sea un
crítico desaforado contra el oficialismo dominante pero mantiene desde hace
algún tiempo una postura de análisis
reprobatorio con respecto a como se están desarrollando las cosas en la
política del Partido a nivel interno y externo. Y ello le ha hecho entrar en un
estado de desánimo que, sin criticar nunca mi posicionamiento asumido hasta
ahora, mantiene su posicionamiento en la desmoralización. La diferencia
fundamental entre mi amigo y yo es que, aunque también me encuentro dentro de
la impotencia y del cansancio en la política actual de mi Partido, todavía
añoro la posibilidad de que pudiera haber un grupo de compañeros que pudiéramos
unirnos para cambiar radicalmente las cosas. Pero como esa posibilidad cada vez
es mas lejana y realmente dificilísima, entro en la melancolía y mi amigo me
dice que he entrado en su club y por ello me da su bienvenida.
Se extrañan
mis amigos, éste al que me refiero y
otros, que a mis años mantenga viva todavía una ilusión en la Política y más en la
política concreta que mi Partido pueda desarrollar. Porque sigo todavía
ilusionado en que compañeros, veteranos y jóvenes, se unan para fortalecer un
modelo de Partido capaz de enfrentarse a los conservadores en aras del proyecto
de un mundo mejor, mas justo, mas igualitario, mas decente, mas libre y mas
solidario. Porque, igualmente, pienso que la situación actual política es
terrible nacional e internacionalmente. Pero más terrible que ello, azar de los
periódicos vaivenes económico-políticos, es ver a la única posibilidad de
avance social, el PSOE, sumido en una ausencia de presencia en los verdaderos
problemas de la gente y en una inexistente alternativa para el país y para sus
ciudadanos más débiles.
Yo esperaba, ingenuamente,
que después de nuestro descalabro electoral, se iba a realizar un examen exhaustivo
de la situación, ver con la objetividad debida los errores cometidos a nivel
interno y externo y se iba a intentar poner pies en pared para arreglarlos y
comenzar no de nuevo, sino con nuevos modelos, nuevas fuerzas y nuevos
objetivos. Pero no. No ha sido así.
La CEF resultada en Sevilla no
está a la altura deseada en las actuales
circunstancias políticas en nuestro país. Todos suponíamos más de ella y teníamos
la esperanza de que si no se podía hacer una oposición más fuerte por los
tiempos que corren, al menos fueran a corregir algunos de los muchísimos
defectos orgánicos que había, y hay, en nuestra organización que ha sido una de
las causas de nuestra pérdida de confianza en la ciudadanía.
En Andalucía,
con la coartada de elecciones próximas el Congreso de Almería, dio como
resultado una división interna mas que importante dejando a una gran parte del
Partido en la cuneta con aquella frase que ha llegado a ser famosa de “Quien no
me apoya, no se sienta en mi mesa” , ejemplo de proyecto sectario y finiquitado. Ese mismo proyecto se copió en
Málaga en su Congreso Provincial donde se dijo claramente que quien no apoyara
a pie juntillas al Secretario General no entraría en la Comisión Ejecutiva,
dando igualmente la mayoría un ejemplo claro de intransigencia y de
parcialidad. Muchos compañeros que tenían ilusión y ganas de trabajar por un
proyecto vivo, plural e ilusionante quedaron fuera de la Dirección por causa de
la impresentable uniformidad de siempre.
Evidentemente,
con estos planteamientos y mimbres, no podía salir nada mejor en las Agrupaciones locales.
En la mía, por ejemplo, un joven del que nunca hemos escuchado de su boca que proyecto político tiene, sin
ninguna experiencia y como único aval de ser el hijo del Secretario General
anterior, ha tomado la herencia(nunca mejor dicho) de la Secretaría General.
Se ha rodeado de disidentes políticos afines a la Dirección Provincial
y de algunos leales en juventud y maneras. Y así quieren levantar el vuelo de
este Partido que tiene tantos problemas. En las otras Agrupaciones de Málaga
las Direcciones Locales han sido asumidas no por herencia familiar como en la mía,
sino por cargos públicos institucionales para dejar todo más que amarrado.
El otro día en
una revuelta de papeles arreglando mi despacho estuve ojeando artículos de
opinión míos publicados en “Sur”, “La
opinión de Málaga”, “Diario 16”
y otros medios escritos. Me sorprendió, y ello no es, en mi criterio, positivo,
que hablaba de un modelo de Partido determinado del que siempre he estado
orgulloso de defender. Es el mismo que hoy todavía defiendo. Un Partido sólido,
Federal, plural, activo, disciplinado, separado del Poder Institucional,
presente en la sociedad, claramente de izquierdas, cercano a los Sindicatos y
con un proyecto claro de cambio de progreso de la sociedad en donde vivimos. Y
después de los acontecimientos surgidos últimamente, me encuentro totalmente
desilusionado. No veo una clara salida.
El proyecto está ahí. Claro y concreto. Pero es como si fuese imposible hacerlo
realidad. Y, claro, el seguir dando cabezazos contra la pared es bastante
nocivo y más cuando ya uno está un poquitín quemado de tantas batallitas. Quemado,
si. Pero no cansado ni con falta de ilusión por trabajar por un proyecto serio
y que sirva para cambiar realmente este Partido y por ende, este país.
De este
Partido, al que estoy afiliado desde 1979, he recibido mucho más de lo que ha
dado mi activa militancia. Y lo agradezco. Y mucho. Pero las cosas están mal y parece
que no hay ningun interés en cambiar el modelo en el que estamos inmersos y
cambiar en algo por uno que yo defiendo desde hace tanto tiempo y que es casi imposible
contar con él, aunque sea en el respeto de una ligerísima minoría.
Pedro Villagrán
30.09.12
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