La verdad es
que esta gente nos lleva casi a la ruina. Y no solo a la ruina económica. Yo ya me lo imaginaba cuando en la legislatura anterior llevaron la
oposición al Gobierno hasta el mas absoluto frentismo y a cotas de una agresividad inimaginable. Recuerdo que
era casi imposible llegar a acuerdos con ellos en cualquier tema de discusión
política. Daba la impresión que la razón siempre les asistía y que actuaban
como los dueños del país a los que se les había usurpado el Poder. Y es que
tienen un concepto de la actuación política como poseedores de la verdad
absoluta y la negociación no es más que una concesión que hacen a la otra
propuesta que se presenta.
Quizás no nos
hemos dado cuenta, ni nos hemos percatado, que desde que llegaron al Gobierno
la inestabilidad política del país es cada vez mayor. Y es que por responsabilidad
total del PP, desde que tienen la obligatoriedad y la misión de gobernar,
cuatro gobiernos de comunidades autónomas
han entrado en crisis y han sido obligadas a convocar elecciones anticipadas.
Eso no se conocía hasta ahora. Es una actuación desastrosa del PP que nos lleva
a la mayor inestabilidad política de nuestra democracia. Y todo es por la culpa
de la más absoluta falta de cintura política, que lleva al país a una situación
totalmente anómala. Parece que llevan en el Poder más de tres años y solo
llevan menos de un año. Y en todo este corto tiempo Asturias, Euskadi, Galicia
y ahora Cataluña han entrado en una situación anormal convocando elecciones
anticipadas. Y ello hace, evidentemente, crear un clima de inestabilidad
completa que repercute, obligatoriamente, en una imagen de país transitorio e
inseguro, totalmente negativo en los momentos de crisis económica que
padecemos.
Asturias
comenzó con el sainete mezquino de Álvarez Cascos con los conflictos grotescos con
sus antiguos correligionarios. Desencadenó un enfrentamiento tal que tuvo que
convocar elecciones anticipadas. Después vino Euskadi donde el PP retiró el
apoyo a los socialistas por unas razones que todavía no comprendemos y Patxi López
ha sido obligado a adelantar elecciones. En Galicia, y de una manera extraña,
el PP también convoca elecciones anticipadas con el aplauso de Mariano Rajoy. Y
por último después de una reunión de dos horas en la Moncloa(con el juego que
dan dos horas) con el Presidente de la Generalitat (ni tan siquiera le recibió en las
escaleras), los dos no llegan a ningún
acuerdo y se convocan elecciones anticipadas con el mensaje envenenado de la Autodeterminación
de Cataluña en la mochila. Y en todos estos asuntos donde lo eventual y lo
precario hacen cosecha, el Gobierno de
Rajoy no puede echarle la culpa a nadie. Y ese es un problema mayúsculo.
Aquí no están los socialistas como culpables y responsables de todo. Aquí no
está Zapatero. Aquí no está la Unión Europea
ni el Euro a los que se le puede endosar la responsabilidad. Aquí no está la
crisis económica a la que pueden cargarle su gravamen. En exclusividad total,
la responsabilidad completa de tanta ineficacia la tiene el PP y nadie más que el
Gobierno de Rajoy.
La absoluta
falta de cintura política con ese criterio que decía más arriba de creerse
siempre poseedor de la verdad y del frentismo como arma política, han hecho que
cuatro comunidades autónomas hayan, en tan poco espacio de tiempo, realizado adelantos electorales.
Pero de todo
el más complicado es el de Cataluña. El PP que, desde Aznar, ha hecho una política
de tripas contra Cataluña, con un recurso al Tribunal Constitucional contra la
reforma del Estatut, con campañas en la calle despertando los más bajos instintos
anticatalanistas, ahora tiene que lidiar con ese problema que no es moco de
pavo. Y ante ese problema, más que importante, tenemos un Gobierno ineficaz,
incapaz de cualquier negociación y apoyado por un Partido, donde en su mayoría
de militantes añora aquella frase del mugriento general, de repugnante recuerdo, que hablaba de “la unión de los hombres y las tierras de
España” alrededor suya.
Tenemos un
problema importante delante de nosotros. Un problema al que hay que darle
solución. Un problema que suministra mucha inestabilidad política de imagen de
Estado en unos momentos difíciles cara al exterior y cara a nuestros
conciudadanos que no entienden nada de la política sectaria que hace esta
gente.
Pedro Villagrán
01.10.12
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