Hoy he
escuchado atento el discurso de Rajoy en el Congreso informando sobre las
medidas a tomar. Le he prestado mucha atención. No porque las mereciera él
personalmente sino porque iba a decir cosas más que importantes. Importantes y
dolorosas para mi gente. No para él, concretamente, sino para mi gente. Mientras
lo escuchaba pensaba en los muchos dependientes que reciben una pequeña
asignación y van a dejarla de percibir. Pensaba en los pensionistas de rentas
bajas a los que los medicamentos, fundamentales para su salud, le van a costar
un buen pico. Pensaba en los que tienen sus cuentas más que bien hechas y en
Navidad no van a tener paga extraordinaria. Pensaba en los que tienen un seguro
de desempleo y van a verlo disminuido ostensiblemente o se les va a retirar.
Pensaba en las múltiples familias que no perciben ni un solo euro al mes por
estar todos sus miembros en paro y que el aumento de la carestía de la vida les
va a dar un palo aun mayor, complicándosele, aun más, su difícil subsistencia.
Cuando lo
escuchaba me vino a la cabeza el 12 de Mayo del 2010. Ese día fui al Congreso porque
el Gobierno de Zapatero iba en pleno anunciar medidas que el día anterior en
Bruselas se le habían impuesto a España. Nos habían impuesto. En los pasillos estuve
en un corrillo con él. Estaba en un estado de seriedad incontestable. Hablaba
poco pero se le veía bastante abatido.
Yo que estaba acostumbrado a su constante sonrisa de cercanía, me di cuenta que
algo se preparaba, y gordo. Me dijeron sus cercanos que no había dormido nada esa noche y tenía
unos ojos hundidos como de haberse emocionado mucho con antelación. Le escuché
su discurso en los escaños del final del hemiciclo. Y yo si que me emocioné. Fue
aquel discurso de “cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”. También fue
el de “duras medidas, sacrificios y esfuerzo importante”. He recordado hoy aquel
día en el que, sentado en el escaño la barriga me hizo un nudo y un revoltijo
de emoción y sentimiento. Ha sido de los momentos mas inquietantes y tremendos
que pasé en mi etapa de senador.
Y los he
comparado con los de hoy. En comparación cuantitativa de recortes, no tiene la mínima comparación. El de hoy ha
sido enormemente más fuerte y más brutal. Pero sobre todo a ese discurso de
Rajoy de hoy le ha faltado alma. Le ha faltado sentimiento, solidaridad y afecto. Le ha faltado
complicidad con los agredidos social y económicamente. Y sobre todo yo me he
dado cuenta que Rajoy no piensa que él pudiera tener un pelín de culpa y de
responsabilidad en la situación tan deteriorada que presenta. Porque en estos
seis meses, la confianza en nuestro país es menor a escala internacional. La
bolsa se ha hundido. El paro ha aumentado hasta cifras increíbles, la prima de
riesgo está peor que nunca, se va a subir el IVA (aquello de “medida de mal
gobernante”, en sus palabras). Y de todo ello él no tiene ni la mínima
responsabilidad. Antes la culpa la tenía Zapatero pero ahora además de él,
siempre con la herencia anterior, la tiene Bruselas, los paraísos fiscales, la
prima de riesgo, el Banco Central Europeo, Alemania…todo el mundo en una
conspiración internacional contra nuestro país. Todo el mundo menos él.
Y hoy me he vuelto
a acordar de José Luís. De sus errores, por supuesto, pero de sus errores con
el convencimiento propio de hacer lo posible por no lesionar a los más débiles.
Me he acordado de sus medidas políticas de aumentar derechos a los ciudadanos.
Me he acordado de muchas cosas y me he sentido coparticipe, en mi pequeña
medida, de su gestión de Gobierno durante sus ocho años. Y me he acordado hoy,
cuando escuchaba a Rajoy, de las cosas tan terribles que decía, entre risas y
sarcasmos, éste del Presidente del Gobierno. Que si la prima de riesgo era
Zapatero, que estábamos intervenidos de hecho, que la causa del paro se llamaba
Zapatero y otras lindezas parecidas. Hoy, cuando escuchaba a Rajoy, me vinieron
a la memoria todas las barbaridades que se dijeron solo por ganar un puñado de
votos.
Cada vez que
alguien critica a Zapatero (que tiene cosas criticables, por supuestísimo,), sin
el criterio de la razón responsable de
sus supuestos errores, me enervo sobremanera. Y yo lo se. Se que me crispo
bastante. Y se que reacciono mal. Lo se. Pero me es totalmente insostenible
aceptar que se haga tal injusticia con un compañero que puso todo lo mejor de él
en una gestión muy complicada y en unos tiempos más que difíciles, cosa que se
demuestra claramente en estos días.
Rajoy ataca al
Estado de Bienestar, a la Sanidad Pública,
a la Educación Pública,
al Estado como defensor de los débiles y garante de la igualdad de
oportunidades. Rajoy ataca, sin el más mínimo pudor y con la sonrisa de Montoro
(clara sonrisa hoy desde su escaño), a todo lo que yo he defendido desde hace mucho
tiempo. Porque al igual que esas medidas que atacan a los más débiles, debería
de haber otras que graven a los poderosos. A los ricos de este país. Y no lo
hace. Y no lo hace porque defiende un modelo de sociedad diferente y un Estado
muy distinto al que Zapatero, yo, y otros muchos respaldamos.
Pedro Villagrán
11.07.12
Y Zapatero sin dimitir...
ResponderEliminar¡ZAPATERO DIMISIÓN YA!