10 julio 2012

MONTORO Y LOS SUYOS


       Los liberales derechones que configuran el grueso de la derecha de este país nunca creyeron en el Estado. Si alguna vez lo hicieron, lo concibieron como utensilio de manejo simple de poder y de autoridad. Nunca pensaron en el Estado como instrumento de servicio cívico de utilidad pública y de elemento claro de solidaridad de los ciudadanos.
       Siempre los capitalistas y los liberales, economicistas ellos, pensaron que cada empresa o cada instrumento de poder debe tener su carretera, su servicio de bomberos, su policía de seguridad, su servicio sanitario, sus chupatintas, sus banqueros… todo, al fin y al cabo, controlado por ellos. Consiguiendo, eso si, un Estado pequeñito para defender los grandes temas de la guerra, el orden ciudadano, la moneda, la educación y la sanidad de los pobres etc. Es el Estado-Bota, el Estado-Fuerza y el Estado-Autócrata. Y como la sociedad modélica de ellos es clasista, fundamentalmente, es el Estado el fiel reflejo de la clase superior, de la clase dominante, social y económicamente hablando.
       No les cabe, ni por asomo, el concepto de Estado como instrumento de ejercicio de la solidaridad, de la Justicia, del progreso social, de la identificación entre sus ciudadanos.
       Y en estos momentos de recortes y de desafortunadas rebajas económicas, lo que la Derecha toca lo primero es recortar el Estado. Y lo primero de lo primero es el mundo de los servidores públicos en un concepto más que equivocado del funcionario como elemento del Estado que vive a su costa. No como un instrumento de servicio a la colectividad sino como un simple elemento parásito del Estado.
       Y ahí están. Diciendo que los recortes obligatorios les hacen mermar el Estado en la figura de sus funcionarios. Hay que recortar funcionarios. Hay que adelgazar al Estado. Hay que disminuir la función solidaria y laboral de la Función Pública.
       Hay que quitar médicos, enfermeras, bomberos, funcionarios administrativos, profesores, maestros, científicos, etc
       Pero lo más vergonzoso no son los recortes. Eso puede ser una acción, mas que discutible, del Gobierno. Lo penoso y lo lamentable es que demuestran la profundidad de  su filosofía, en el tema que nos ocupa, no haciendo la acción en sí, sino la forma y las maneras tan aborrecible con la que la ejercen. Así Beteta, el Secretario de Estado con aquella frase famosa del “cafecito de la mañana” o la Ministra Báñez diciendo sin parar impertinencias y desafueros por doquier, demuestran el respeto que le tienen a los que sirven al Estado y le hacen funcionar, fuera de los avatares de la política. Pero de todos los miembros del Gobierno es Montoro el que se lleva la palma sin lugar a dudas. Ayer lo escuchaba, entre cutres, desangeladas, pavas y desabridas palabras de reproches a los funcionarios, el alegato a éstos de que son trabajadores por oposición en donde han refrendado y avalado su formación, no su estabilidad en el empleo. Porque estas  mismas palabras dichas con criterios políticos de seriedad, podrían medianamente aceptarse, pudieran pasar sin herir, pero dichas entre sonrisas repugnantes, que rayan en lo mezquino, rechinan todo lo posible.
        Si la derecha ha puesto en el Gobierno de Rajoy a sus mejores piezas, es sorprendente que personajes como Montoro, la ínclita Báñez, el del tiro en el pié de García Margallo, el Wert como defensor de la Educación Pública, El Soria como hombre responsable como el que más, el señorito de los camareros Diaz Cañete en Agricultura, sean los que tienen el honor de ser Ministros de nuestro País.
       Pero así está el percal. Eso es lo que hay. No hay más cera que la que está ardiendo. Y todo presidido por Rajoy que ni habla ni siente. Solo obedece sin el más mínimo plan de actuación ni de estrategia. Bueno, un plan si. El destruir el Estado de Bienestar, recortar los servicios públicos y adelgazar cada vez más al Estado que entre todos habíamos construido. Y creando, por lo tanto un nuevo sistema de funcionamiento y de actuación del Estado, recortando a la función pública, a los funcionarios, a los servidores públicos.

Pedro Villagrán
11.07.12















        

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