30 noviembre 2011

LOS CAMBIOS QUE HAN DE VENIR


En esta situación que padecemos en estos momentos y ante la convocatoria, por parte del Comité Federal, de un Congreso Ordinario para retomar el rumbo vista al futuro de nuestra organización, hay movimientos diversos que distorsionan, en mi criterio, el camino a un final de este proceso que resulte fructífero y provechoso.

Tanta institucionalización en el Partido como hemos padecido, y que padecemos aun por esta mi tierra, favorece el personalismo y el individualismo en los distintos niveles políticos, complicando una visión general del problema.

Antes de hablar de personas y de liderazgos es fundamental hablar de ideas. Un Partido político, y más un partido de izquierda como el PSOE, es un instrumento de cambio social para el país. Es una herramienta para cambiar la sociedad que es claramente injusta. Es un medio, y más en una organización como la nuestra con perspectivas de ser gobierno, para gestionar las instancias del Estado y hacer políticas distributivas de solidaridad y de igualdad. Eso es ni más ni menos que un Partido político.

Y un Partido cuyo proyecto ha sufrido un revolcón importante hace una semana le es necesario una reflexión profunda sobre su ideario, sobre sus planteamientos políticos, sobre su ideología, sobre sus prioridades políticas y sobre el proyecto de país que defiende. Y eso debe de hacerse, siempre en mi criterio, sin el atosigamiento de poner encima de la mesa la discusión orgánica y pública de un líder que lleve a efecto y a buen fin ese proyecto.

El poner los bueyes detrás de la carreta hace que la cosa no funcione. Porque nunca ha funcionado en la dilatada vida de este Partido. Y esta vez no iba a ser menos. No es lógico, para conseguir un buen fin, poner primero un liderazgo y luego hablar del proyecto que vamos a llevar a cabo. Ese liderazgo, quiérase o no, oprime y merma la posibilidad de ver los verdaderos problemas que nos afectan y, evidentemente, mengua la posibilidad de dar adecuadas soluciones porque se entra en cuestión de personalismos y de individualidades que envuelven con un tamiz los verdaderos problemas.

Se que inmediatamente de comenzar a leer lo siguiente tu, amigo bloguero, me dirás que miro al pasado y no al futuro. Y no es verdad. Cuando esto funcionaba (allá por los ochenta y poco) las Agrupaciones Locales eran sitio de debate, de discusión política y allí se hablaba de Política (con mayúsculas). La bandera del Partido, que es roja, presidía las reuniones, los compañeros se deseaban salud al saludarse y despedirse, se cantaba la Internacional, se saludaba con el puño cerrado, el color rojo prevalecía siempre ante cualquier color (y no digamos sobre el azul), se conocía por parte de los militantes la historia de nuestro Partido. Era un Partido claramente de izquierdas, plural (enormemente plural), con una disciplina estatutariamente rigurosa, austero en sus formas y maneras, donde la entrada a la militancia se hacía con rigor y conocimiento, con avales y garantías de que quien entraba en la Organización era digno de entrar en ella.

Cuando se instauró la llamada Renovación, comandada por compañeros de los que no quiero nombrar (para eso están las hemerotecas), este Partido perdió mucha ideología. Y es verdad que las formas no son tan importantes como lo reflejo anteriormente pero unas formas adecuadas hacen un Partido adecuado, unas maneras de izquierda hacen gran parte de un sostén de una organización de izquierdas y unas reglas de compromiso de progreso hacen buena parte de un Partido de izquierdas.

Basta echar una mirada ligeramente crítica a nuestra Organización para ver que nuestros dirigentes, unos malos dirigentes y otros buenos dirigentes, son idóneos o no a esas responsabilidades “per se” sino que son, ni más ni menos, fruto y consecuencia de los desastrosos cambios de aquellos tiempos. Son los herederos de aquel cambio tan grosero en las estructuras y en las formas de funcionamiento de esta Organización y que ellos han abrazado sin discusión.

La Ponencia Marco que se está elaborando y que se nos remitirá próximamente para iniciar el Congreso Federal debería servirnos de base de trabajo. Pero no deberíamos olvidar aquellos momentos donde se ganaba de calle, donde había presencia del Partido en la sociedad, donde se llevaba en la solapa el puño y la rosa con orgullo socialista y no esas flores (creo que es una rosa tendida) que algunos compañeros llevan en su solapa (cada uno puede levar lo que quiera y por ello mi respeto) como si ello fuese un signo orgánico de este Partido. Tenemos que trabajar para coger el rumbo de nuevo con ilusión y con fortaleza. Pero no olvidemos aquellos momentos que ilusionábamos a la ciudadanía sobremanera, sacando en Málaga un 67% de los votos y entonces unos compañeros, con la máxima irresponsabilidad, consideraron que era fundamental cambiar de modelo de Partido. Modelo que, entre otras muchas cosas, nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos. Situación de la que es complicado salir, pero con trabajo e ideología seguro que superaremos.

Pedro Villagrán 30.11.2011

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