
El Estado flaco, el Estado sin capacidad de impartir recursos a los más débiles, el Estado sin posibilidades de dar y repartir solidaridad es la consecuencia de una serie de políticas de marcado carácter neo liberal abandonando la clásica idea de un Estado fuerte. Cuando se habla de Estado fuerte se intenta mirar, torticeramente, al sistema político autoritario y casi todopoderoso propio de regímenes totalitarios. Y ello es totalmente falso.
La bajada de pantalones en los aspectos ideológicos a favor de unas políticas neoliberales de “salvase quien pueda”, nos ha llevado a una situación verdaderamente complicada. La gestión, la gestión por la gestión, sin atisbos de una marcada ideología acompañada, nos ha llevado a una inoperancia mayúscula. Aquello de los noventa de nuestros líderes diciendo “Que importa si es gato o gata si caza ratones” fue semilla para que muchos se centraran en la gestión como panacea de la política.
Nos encontramos con una Organización con los brazos caídos como dice ahora el mismo que el “de los gatos o gatas”, sin mencionar que esas actitudes y principios son consecuencias claras unas ideas que nos han llevado a donde estamos.
Allá por los noventa se veía venir ya claramente el predominio del Capital, de las estructuras bancarias y de sus resortes sobre las esferas de la Política. Y el no enfrentarse frontalmente a ese movimiento, unido al neoliberalismo y a la pérdida de ideología, nos ha llevado a los lugares dolorosos en los que transitamos.
Esa idea conservadora de un Estado débil, un Estado enclenque y flaco, fusionado un liberalismo desaforado y a un Sistema bancario descontrolado por la Política, nos ha tocado en lo más profundo y nos ha hecho mella en nuestras convicciones e ideología.
Siempre he pensado que el aumento de los impuestos proporcionados a las rentas y a las fortunas es un signo de progreso y de avance social. Los conservadores hablan de que crean más desempleo. Es incierto. El amento de impuestos no hace, ni más ni menos, que aumentar los recursos del Estado para aumentar la capacidad de éste en hacer políticas sociales, ayudar a los más débiles, fomentar políticas de empleo, etc
Estamos ahora en esa cuestión de la tijera de los recortes. No hay dinero, estamos con problemas y la Administración Pública tiene problemas para mantener el gasto y la inversión. Y se dice…pues nada ¡!!A recortar!!! A disminuir prestaciones a los más débiles, a disminuir gasto sanitario, a menguar presupuesto a la docencia pública, a trasquilar las pensiones. Eso es de perogrullo. Hay que disminuir el gasto. No hay otra solución.
No hay otra solución, por supuesto, para la mentalidad conservadora que no cree en el Estado fuerte. Los mas necesitados, los más débiles, los que menos tienen y más necesitan, como los afectados físicos y psíquicos, precisan de un Estado fuerte que reparta solidariamente políticas de bienestar. Y la única manera conocida, hasta ahora, es el aumento de los impuestos. Es el pasar puntos del PIB desde una clase adinerada y potente económicamente, a otra que precisa de esa solidaridad y de ese respaldo.
Respaldemos un Estado fuerte que reparte protección social para los que solo tienen al Estado como única esperanza de supervivencia. Y ese Estado fuerte solo puede provenir de un aumento de ingresos resultante de los que más tienen a favor de los que lo están pasando mal en estos momentos de verdadera crisis.
Pedro Villagrán 18.07.2011
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