01 julio 2011

LOS INQUISIDORES Y LA LEY DE MUERTE DIGNA

       Siempre he tenido claro lo de  una persona de orden. Allá por la dictadura, cuando yo era joven, no se si por la juventud o por ser contrario totalmente a aquella nefasta circunstancia, creía que yo no era una persona de orden. Personas de orden eran los adictos al Régimen, los curas, los hombres y mujeres de derecha que comulgaban con las ideas del nacionalcatolicismo. “Es muy buena persona, un buen padre, un buen funcionario, ama al trabajo y es un buen esposo. Es, sin más, un hombre de orden.”
       Han pasado los años. Ya se peinan muchas canas y a estas alturas, me he dado cuenta que me he hecho un hombre de orden. Pudiera ser que sea un asunto evolutivo y escalonado que a casi a todo el mundo le pasa. Sin embargo en mí sucede que pasé la niñez y la  juventud en la Dictadura, el principio de la madurez y su plenitud en Democracia y en ella convivo y  resido a las mil maravillas. Y por tener lealtad y sumisión a las leyes, por apoyar una forma de Estado determinado nacido del consenso, por cumplir con mis obligaciones cívicas y por estar bien encastrado en mi sociedad, creo que, al final, me he convertido en un hombre de orden. A pesar de ello soy rebelde ante las injusticias, me duelen mucho las desigualdades y considero que la sociedad tiene de mecanismos de participación en la cosa pública de tal forma que las reivindicaciones cívicas significan riqueza democrática y  buen patrimonio participativo.
       Todo esto me viene a colación por la actitud de los hombres por antonomasia de auténtico orden en nuestro país, los curas, que dicen por su vocero o portavoz, que si la Ley de Muerte Digna se aprueba en el Parlamento, no hay que obedecerla porque no es una ley justa.
       No se si, amigo bloguero, has tenido contacto con la muerte. Si la has visto de cerca. Por mi profesión he estado muchas veces muy cercano. Y no es lo mismo verla venir brusca, violenta y pronta que verla acercarse sin ninguna salida posible, lenta y dolorosa. Quienes creemos en la dignidad del hombre, en su dignidad intelectual y física, en su decoro humano, nos estremecemos cuando esa dignidad es agredida. El  dolor hace, muchas veces, perder esa dignidad que tanto defendemos. Y es que el dolor, a veces brutal e irremediable por fármacos habituales, y complicado por la ausencia de salida racional a la situación, es el gran protagonista de la situación. Morir dignamente es lo más racional que podemos pedir al salir de este mundo. Mantener la dignidad de la conciencia y realizar una muerte digna es lo mínimo que debemos solicitar.
       Y ante este problema, este verdadero problema que afecta a la dignidad humana, Martínez Camino habla de que la regulación, que la Ley de Muerte Digna que entra en el Parlamento, provocará “graves homicidios”. Pero lo que mas me preocupa es esa frase lapidaria del curilla de “las leyes que toleran, e incluso regulan, las violaciones del derecho a la vida son gravemente injustas y no deben ser obedecidas”. Es como decir que su criterio, el que el llama el criterio divino, está por encima del Derecho de los mortales. Esa estructura piramidal absolutista y antidemocrática que el portavoz de la Conferencia Episcopal defiende, es la autocracia por excelencia. No se podría esperar menos del representante de la Institución mas obsoleta de todas las que conocemos.
       Esa visión retrógrada de la Sociedad que mantiene la Conferencia Episcopal, la hace insumisa a las Leyes de los mortales y predica una Ley que ellos dicen tener totalmente asegurada a la verdad, sin la más mínima valoración ni el mas mínimo debate.
       En Andalucía, desde años, tenemos esa Ley en vigor y no ha tenido importantes problemas, salvo los normales debido a la objeción de conciencia de algunos profesionales. Ni mi Comunidad se ha roto, ni todos vamos a ir al Infierno de Martínez Camino. Esa, Andalucía, es la avanzadilla a la que miraremos desde el Parlamento para llevar a buen puerto el proyecto de Ley.
       Estos inquisidores de pacotilla, herederos del Santo Oficio que dejó tantas secuelas por aquí, lanzan sus apostolados sectarios llamando a la desobediencia civil con esta próxima Ley. ¿Son ellos hombres de orden en el sentido amplio del término o son simplemente unos antisistemas que están en contra de todo lo que significa avance social y progreso? No lo se. Lo que si sé es que con esta consigna, viniendo de donde viene, tendremos a todo el conservadurismo español en la calle, siguiendo las directrices del Gran Inquisidor y de sus acólitos. 



Pedro Villagrán 01.07.2011

1 comentario:

  1. JUAN ANTONIO CLAVERO VALVERDEsábado, 2 de julio de 2011, 1:18:00 GMT-7

    Pedro, no te olvides de que estos son los mismos que llevaron bajo palio al dictador y que han tenido hasta hace muy poco tiempo en las fachadas de sus catedrales las lápidas de los Caidos por Dios y por España.
    Ellos son personas e instituciones de orden "dictatorial" y tú eres persona de "orden... constitucional". Nada que ver una cosa con otra.

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