
Anders Behring Breivik es su nombre. Su terrible nombre. Él estará grabado en la memoria de muchísimas victimas y familiares de éstas, durante todas sus vidas. Es quien, en un acto premeditado, puso una bomba destructiva en el centro de Oslo en la finalidad de producir estragos inimaginables al Gobierno Laborista. Nueve víctimas de inocentes para crear el pánico. Después, casi al mismo tiempo, en la isla de Utoya, un sitio paradisíaco donde se celebraba una escuela de verano del Partido laborista, se lanzo, fusil en mano a acribillar a balazos, a jóvenes hasta matarlos uno a uno. Noventa y tres en total. Con balas prohibidas, incluso en la guerra, los remataba con el tiro de gracia cuando les veía agonizantes. Así los acribillaba. Solo les separaba de ellos una forma diferente de pensar. Una forma distinta de ver la vida.
No cabe la mínima duda de su locura ni de su enloquecimiento. Un enfermo lleno de patológicas cuestiones en su cabeza. Un maníaco desequilibrado al que todos deberían rechazar. Un marginal de la convivencia. Defendía una Europa sin razas. Defendía una Europa pura y sin mezcla. Una Europa cristiana y de orden cuartelario. Estaba contra de los musulmanes, los judíos, los negros los gitanos y todos aquellos que él consideraba diferentes y, por lo tanto inferiores. Estaba contra la emigración y contra las ideas progresistas de inserción de aquellos que van a su tierra a trabajar. Fascista, nazi, antisemita, antislámico, misógino, homófono, ultraderechista, sin más. Un loco con pérdida de sus facultades mentales pero con todo lo anterior de añadido. Pensaba que todas sus víctimas trabajaban por lo contrario de lo que él defendía. Y por eso las eliminó.
Es de concretar que era un loco, sin más. Pero un loco con apellidos. Perteneciente a la francmasonería, a la Orden del Temple y en su página Web relataba su modo agresivo de pensar. La gente lo leía y, aunque no asintiese, no decía nada. Era uno más de esos que están toda su vida con la bandera de la intolerancia, el sectarismo, el fanatismo y la intransigencia. De esos añorantes de los campos de exterminio y de los guetos del pasado siglo para los que son diferentes. Un loco, si pero un loco de nuestro tiempo y con apellidos.
Antes de todo nuestro mas sentido pésame en el dolor de las víctimas y sus familiares. Son cosas que pasan, dirán algunos. Pero son cosas que ocurren porque los extremistas campan por sus respetos, están en nuestra sociedad dando todos los días consignas terribles y nadie les pone freno. Nadie los denuncia. Nadie los censura ante los Poderes Públicos. Viven con nosotros, sin más.
La policía busca entre sus papeles. Investiga sus repugnantes ideas escritas y que todos las conocían. En su Declaración Europea de Independencia habla más de noventa y dos veces de España. De nuestro país y de nuestro Presidente de Gobierno. “Zapatero es una comadreja apaciguadora que entrega cada día España a los musulmanes y la inmigración masiva”. “Nombrar a una mujer embarazada como Ministra de Defensa supone una burla a las Fuerzas Armadas y una seña de que su país no tiene intención de defenderse”. Lo anterior son dos perlas, entre muchas, de semejante monstruo, que ahora, después de la carnicería, investiga la policía. Ahora, no antes.
¡!!Pero ese mensaje sale de algún sitio!!!. ¡!!Esa semilla emana de alguna fuente!!!. No paramos de escuchar cosas muy parecidas en “Nueva Economía”, en “La Razón” o en las colaboraciones de “El Mundo”. Eso yo ya lo había escuchado ya. Y por aquí cerca y no hay que irse a Noruega para percibirlo.
La caverna ultraconservadora y ultraderechista sigue viva. Con su verborrea constante llena de odio y de rencor. Ese es el caldo de cultivo que tenemos todo el día a nuestro lado, defendiendo una determinada sociedad totalmente retrógrada e injusta. Ese es el ambiente y la salsa que nos rodea. Y como nunca pasa nada, pues no se le da la importancia debida. Y, de pronto, sale un desequilibrado que juega con ella, le ríen y le aceptan sus maneras sus allegados cercanos. Nadie lo denuncia. Nadie dice nada. Y después, con lo que tiene él dentro, que no es poco, y lo perniciosamente agresivo y violento de sus ideales ultraderechistas se mezclan, se asocian y se ligan dando el desgraciado resultado que hoy dolorosamente comentamos.
Pedro Villagrán 25.07.2011
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