Las prisas y actuar en caliente son malos compañeros de viaje cuando hay que tomar decisiones importantes en política y en casi todo. La situación actual del Partido Socialista, después del varapalo del domingo pasado, es una experiencia a la que no estábamos acostumbrados desde hace mucho tiempo. Habría que remontarse a la dimisión de Borrel como candidato electo tras un proceso de primarias y la aceptación, por parte de Joaquín Almunia como candidato a la Presidencia del Gobierno que después perdió presentando su dimisión, como Secretario General. Pero en aquellos difíciles momentos había una diferencia importante con respecto a los actuales. El Partido estaba en una situación diferente respecto a un modelo de Partido y respecto a su organización interna. Estábamos, entonces, en la lucha de los renovadores contra lo establecido que con el tiempo se ha demostrado que era una estrategia de tanta carga ideológica como un cambio, rayando en el campo de la cirugía, de cambiar personas por otras. Solo era cambiar compañeros y personas de determinada carga ideológica por otros compañeros cuya más alta visión política era la institución sin más.
Y es que, en los actuales momentos, lo más importante no es la pérdida de poder institucional, mas o menos recuperable a corto o largo plazo, sino la apreciación de no tener fuerzas suficientes ni unas importantes aptitudes ideológicas para levantarse y reforzarse en el trabajo y en la organización. La situación actual de la militancia, de nuestros compañeros en las agrupaciones locales es de no entender nada de lo que está actualmente pasando. La institucionalización del Partido ha hecho mella de forma importante en toda la Organización y ha conseguido este estado de desasosiego y de carencia de proyecto que sufrimos, cuando hemos perdido responsabilidades institucionales.
Decía, en una anterior entrada en este blog, cuando hablaba de una intervención de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que me había gustado mucho el planteamiento de que lo primero que había que hacer era promover un debate en profundidad sobre el modelo de Partido, sobre el modelo de sociedad que defendemos, el mensaje que debe dar la Organización a la sociedad actual y, sobre esos parámetros, elegir una dirección local, provincial, regional y federal acorde a esos planteamientos. Aquello del programa máximo del PSOE, que hoy nos hace sonreír a todos , o a casi todos, donde se hablaba de cosas que hoy son casi pecados mortales en la mayoría de nuestros militantes, hay que revisarlos y poner negro sobre blanco, lo que ofrecemos a la sociedad que, en este momento, nos ha tocado vivir. Y después de ello, buscar las personas idóneas para llevar a cabo ese proyecto. No poner los bueyes detrás de la carreta y sí delante de ella tirando con vigor. Ese planteamiento de dicho compañero venía a confirmar mis tesis, que yo cría caducas y trasnochadas después de haberlas comentado entre algunos compañeros.
Este país necesita, como el aire, un PSOE fuerte, con las ideas claras y con vigor necesario para hacer frente a la derecha que aprieta de forma constante, a toda la reacción puesta enfrente de nosotros y tiene que darle una respuesta real, posible y cohesionada pero con una carga ideológica acorde con los tiempos que corren.
El tiempo no es, en estos momentos, nuestro aliado. Lo deberíamos haber hecho hace mucho tiempo, pero de nada nos valen las lamentaciones. Excitarse, cabrearse y pedir dimisiones es lo fácil y lo más accesible. Pero creo que no es el momento. Aunque haya muchos compañeros que las demanden.
Tranquilidad, responsabilidad y unidad, mucha unidad. Pero no uniformidad porque, afortunada y dichosamente, no somos iguales y ello configura una riqueza de este Partido. El sábado se reúne nuestro Órgano máximo de Dirección. Que sea el Comité Federal el que nos diga lo que tenemos que hacer y las prioridades a realizar. Para eso está y para eso debe funcionar. Y con esas premisas e instancias comenzar a trabajar todos, todos, todos, todos, sin excepciones. Todos somos necesarios en lanzar a este Partido de nuevo. Solo sobran los que se miran el ombligo y los que hacen análisis personalistas ante un proyecto que debe de ser colectivo y asumido por todos.
Pedro Villagrán 26.05.2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario