Para cambiar las cosas hay que utilizar as herramientas que se tiene más a mano. En mi entrada anterior de mi blog daba la razón a los que se concentran y piden una democracia más real. Todo eso está muy bien pero es evidente que para cambiar las cosas hay que participar.
Y, después de las elecciones, en ese periodo largo de cuatro años, es necesario seguir participando. Siempre he criticado que el Partido se moviliza principalmente en las campañas electorales quedando un poco (metido en la gestión institucional o en la oposición) subordinado a la gestión y en estado de tranquilidad. Y entonces es cuando hay que trabajar, presionar y forzar planteamientos políticos de influencia para cambiar con solidez las cosas. Porque las presiones de ellos, los conservadores, no cesan. Y ahí tenemos como ejemplos, tenemos a la Iglesia, a la Banca, a los medios de comunicación afines y a todo el entramado de la reacción para comprobarlo. Ese grupo de acampados, que dicen no decantarse por ningún partido, tienen los instrumentos, fuera y dentro de las estructuras democráticas, a hacer valer sus propuestas y su imaginaria política de permutación.
Pero el domingo hay que votar. No se castiga a nadie si no se vota. Pero si no se realiza el acto de votar se apoya que las cosas sigan como están, que todo siga igual.
Los concentrados en nuestras plazas tienen que votar, y tienen que votar, sobre todo, porque si no se potencia y se reafirma la democracia, siempre viene un salvador que coge ese espacio vacío que deja la abstención.
En Málaga, por ejemplo, una candidata, María Gámez, habla de cambio radical en nuestra ciudad. Habla de darle la vuelta a Málaga. Habla de apoyar a los barrios y de una Málaga más justa y solidaria. Habla de un urbanismo más humano y más verde. Está en contra de hacer una ciudad de cemento solo con algunas macetillas con flores alrededor. Habla de parques, habla de que el Ayuntamiento puede ser un instrumento idóneo para luchar contra el desempleo. Ella significa cambio. Ella significa renovación. Ella significa progreso. Por eso hay que votarla frente a lo antiguo, caduco, casposo y carca.
Solo pido, desde este pequeño blog personal, sensatez, cordura y madurez a los que están acampados. Yo les comprendo y estimo, en lo que vale, su rebeldía. Pero creo que tienen que votar. Ahí, en ese voto, todos nos igualamos y hacemos piña, cada uno con lo que piensa políticamente, reforzando a la democracia que nos ha costado mucho conseguirla. Mis recuerdos a aquellos muchos años de desierto democrático participativo de la no tan lejos Dictadura, azuzado y activado por los que hoy se llevan las manos a la cabeza cuando se piden cambios y mayor democracia desde nuestras plazas.
Hay que participar y, al día siguiente, trabajar por cambiar las estructuras y participar en política que es la forma mejor para cambiar realmente las cosas. Se puede, si se trabaja adecuadamente. Y hay que votar porque los que antes he mencionado, la reacción, vota siempre. Votan siempre y, posteriormente, si ganan, apoyan al ganador a `pies juntillas, como perrillos falderos, y si pierden crispan, convulsionan e inestabilizan, sin cejar, los resultados democráticos emanados de las urnas.
PD. Dedicado a un familiar, querido amigo mío, en Madrid, y a mis benjamines, adultos responsables, con todo mi afecto
Pedro Villagrán 20.05.2011
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