18 abril 2011

FABRICANDO PLATOS ROTOS QUE ACABAS PAGANDO TÚ



                        En mi tierra, hace mucho tiempo, como tú sabes, amigo bloguero, habitaban los tartesos. Ellos, los tartesos en el primer plenilunio de la primavera, cuando la luna se torneaba totalmente en un redondel estéticamente magnífico en el celeste  y se acompañaba con el olor de azahar de los naranjos en flor, entonces, se celebraban las fiestas de la primavera. Las flores se abren en este tiempo, La sangre, dicen los jóvenes,  (y uno lo recuerda con nostalgia), hierve. Los cuerpos, con el calor, se destapan de sus ropas  ligeramente y se encienden los delirios. El mosto de la vendimia pasada se ha convertido en vino y está  prestó para degustarlo y unirse en alegría con él. Es, ni más ni menos que la primavera. Y en mi tierra siempre, desde que los tiempos son tiempos, y estos   tiempos son tiempos de alegría, de olvidar las penas, de regocijo, de optimismo y de jovialidad. Y en ello estoy yo. Y en ello, en lo que yo puedo, estoy yo.
       Estoy yo y unas cuantas gentes más, amantes de la alegría, del placer, de la hilaridad y del jolgorio. Pero sin embargo, muchas, muchísimas gentes en estos días  de primavera, toman las calles, los espacios públicos de todos para pasear tristezas, penas, negruras y tormentos. Como si de un carnaval enorme se tratara se ponen capirotes, se visten de túnicas de colores tristes, se tapan todo su cuerpo y se colocan antifaces de tipo Ku-Klux-Klan. Se reúnen en asociaciones llamadas cofradías que tienen nombres de “la Sangre”, “los Dolores”, “las Penas” “El Cautivo”, “Lágrimas”, “Servitas”,”Sepulcro” “Aflicción” etc,etc.etc y todos los nombres inimaginables cercanos al dolor, al ahogo y al amargor.
       La luna, el azahar bienoliente unido al olor de la cera, la humareda y el olor de los inciensos  el humo de los cirios se mezcla y da un olor y ambiente especial. Todo es bastante raro y bastante extraño. Y todo rodeado e inmerso en barroco. Un barroco muy especial. Muchos siempre hemos salido estos días para beber, comer tapas y reírnos un rato con las niñas en nuestros años jóvenes y aún en estos años ya arrugados y vetustos y de paso también salimos a ver  los pasos y las procesiones.
      Es raro. Los que están fuera ven el espectáculo sin fervor. Solo lo ven en una mezcla de tradición, de belleza y de estética barroca. Los de dentro como van con capirote y antifaz no lo demuestran. No se les ve la cara. Es raro.
       La gente de mi tierra se divierte en este plenilunio primero de la primavera y los curas y sus acólitos (bueno, eso es a discutir, con bastante seriedad) le ponen la tristeza y el espíritu trágico al acontecimiento. La gente bebe vino, come tejeringos, se ríe y pellizca en los traseros de las jóvenes que están en el mogollón de la bulla. Ellos, los de siempre salen descalzos, con capirotes y sufriendo no sabe nadie porqué.
       Serrat, Joan Manuel, tiene una canción no muy  conocida que le llama “los macarras de la moral”. Si tienes ocasión de escucharla, hazlo, amigo bloguero.


Y te acosan de por vida
azuzando el miedo,
pescando en el río turbio
del pecado y la virtud,
vendiendo gato por liebre
a costa de un credo
que fabrica platos rotos
que acabas pagando tú.

 

 

Ellos, ellos   siempre igual…asustando, asustando y asustando mas y más y “fabricando platos rotos que acabas pagando tú”.



Pedro Villagrán 18.04.11
   

2 comentarios:

  1. Si, se llama Semana Santa, ¿también se muestra usted contrario a que yo no pueda salir con micofradía? ¿no tengo yo libertad de expresión? Pues eso.

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  2. Por supuesto que si. A los hechos me remito. Gracias por su comentario y perdone si le he ofendido. No era mi intención.

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