Yo fuí educado en escuelas estatales y en el Instituto. Allí, encima de la pizarra se encontraba el Dictador vestido de militar y con un bastón de mando en el se apoyaba con las dos manos.Con su bigotillo ridículo y su cara imberbe miraba con cara de gili a los alumnos. Encima de él había un crucifijo de ancha estructura y una imagen de metal oscura por el tiempo.
En aquella sociedad nacionalcatolicista Franco y los signos religiosos siempre iban de la mano. Pero aquella sociedad no tiene nada que ver, y afortunadamente, con la sociedad en la que estamos. Es de todos aceptado que el tema religioso es un asunto que debe quedar en la intimidad del individuo y es por ello inaceptable que en los lugares públicos donde conviven ciudadanos de muchas maneras diferentes de entender el fenómeno religioso, aparezcan signos de los que unilateralmente imponen sus creencias a los demás.
En una noticia de prensa se relata que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo considera una violación de los Derechos Humanos la presencia obligatoria de los crucifijos en las escuelas y supone, segun el Tribunal, una violación al derecho de los padres a educar a sus hijos segun sus convinciones y es una violación a la libertad de religión de los alumnos.
Dicha noticia ya ha comenzado a sangrar rios de tinta de los que creen siempre estar en posesión de la verdad ( con mayúsculas o con minúsculas)y empiezan la cruzada contra los que quieren solamente vivir y habitar en una sociedad laica donde el hecho religioso sea un fenómeno de la propia intimidad.
Pedro Villagrán 03.11.09
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