25 agosto 2009

Marruecos. Cerca y lejos. Turismo Respònsable

Cuando en Málaga, los días de buena visibilidad, se sube uno a una alta azotea o a un monte de medianas alturas a la lejanía se divisan las montañas del Atlas, la roca de Gibraltar y el Estrecho. Desde Algeciras, evidentemente, y desde los arenales de Punta Paloma o Baelo Claudia (Bolonia) la cercanía es aun mayor. Ahí al lado. Parece que se toca con los dedos.
Tan cerca en lo geográfico y tan distante en lo cívico, en lo social, en las costumbres. No es solo una religión distinta, un idioma y una forma de vestir diferente sino una sociedad, en su conjunto, totalmente dispareja. Marruecos, con una religión estatal, que a veces roza el integrismo, una sociedad autárqica, una comunidad civil donde la mujer, en su inmensa mayoría , está marginada social y familiarmente y una monarquía obsoleta y autoritaria, jefa y directora religiosa y espiritual del país, es un país complicado donde, segun A.I. los derechos humanos estan en el borde de ser lesionados casi continuamente.
Sin embargo sus costumbres, su música, su poesía, su cerámica, su cultura está bastante cerca de los pueblos de mi tierra. El laud, la gitarra, el baile, su cante de lamento es bastante similar a la música verdial de mi tierra con su desafino de violín y de cante. La gente es verdaderamente maravillosa, acogedora, sencilla, solidaria, leales en la amistad. La tragedia del paro galopante y la imposibilidad de conseguir un trabajo hace que miles de sus ciudadanos tengan que emigrar a Europa o en unas terribles pateras dar el salto a las playas malagueñas y gaditanas dejando en ellas pruebas claras de la tragedia de la muerte en el Estrecho.
La geografía del Norte de Marruecos es similar a la de mi tierra. El Parque de los Alcornocales que nace en Medina Sidonia, Vejer y en Casas Viejas, la Sierra de Grazalema, unido a la Sierra de las Nieves malagueña, continua hacia el Estrecho con Jimena y las dunas de Bolonia para adentrarse en el mar. Pero en la otra costa, allá en Marruecos nos encontramos como continuación, o como nacimiento, el Parque Nacional de Talassentane, los sitios ecológicos de Jbel Bouhachem, Ben Karrich, Jbel Moussa, Cirque de Jebha y la Laguna de Smir, sin olvidar el Parque Nacional de Al Hucemas. Playas de ensueño, y vírgenes, bosques impensables, riqueza ecológica sin precedentes y un paraiso patrimonial sin lesionar por parte de agresiones desafortunadas.
Las provincias de Tanger, Tetuán, Larache y Chefchaouen en el Norte de Marruecos y las de Málaga y Cádiz en España configuran, junto con el Estrecho en sí, la Reserva de la Biosfera del Mediterraneo creada por la Unesco, donde la Junta de Andalucía, junto con el Gobierno marroquí, está trabajando y apoyando con políticas de apoyo y colaboración en proyectos sociales y a la vez turísticos.
Esas playas, esos bosques, esa riqueza es, evidentemente un caramelo goloso para las grandes empresas turísticas, para las grandes empresas inmoviliarias. Por ello es preciso trabajar en el sentido de un Turismo Responsable que de riqueza y mano de obra a los marroquies pero de un modo "responsable", de un modo sostenible de un Turismo que no haga dentro de algunos años convertir esa magnífica tierra en un Torremolinos cualquiera.
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Soy un enamorado de Marruecos, de sus gentes, de su cultura, de su música y apoyo todas las inciciativas que signifiquen elevar el nivel económico de nuestros vecinos del Sur, mejorar su industria propia turística y su situación política pero con la responsabilidad de tener la experiencia de lo que hemos hecho, entre todos, en nuestra orilla del Estrecho.



Pedro Villagrán 25.08.09

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