05 julio 2010

VERDIALES, UN AUENTICO EMBRUJO DE CANTE

     Yo conocía Málaga desde la edad de diez o  doce años. Mis padres me trajeron aquí a conocer esta tierra y a estar unos días en el ambiente inigualable  de su verano. Después, con aquello de las suecas de los años sesenta y tantos, mis amigos y yo hacíamos desde Jerez muchas excursiones lúdicas- sexuales a esta tierra que era, entonces, un avance mas que interesante para ejercitar el juego del seso (del sexo) en ambientes mucho mas liberales que en mi tierra de nacimiento, donde se salía con una chica un día y te colgaban el noviazgo toda la vida. 
     Después en la mili de complemento vine a Ronda (que calor) y los sábados nos veníamos muchas veces a ligar extranjeras en Marbella o Torremolinos. Todos estos viajes lúdicos, libidinosos y sensuales fueron  siempre a la Costa del Sol que es un cerrado círculo de la provincia de Málaga vendida al Turismo nacional y extranjero, y muy distinto al resto de la provincia de Málaga y su interior.
     Cuando terminé la carrera, en 1971, vine de nuevo a Málaga  Capital a un Congreso de Traumatología. Después de la cena y de los pesados discursos,  salieron, para aminizar, unos músicos con panderetas, violines, laudes, guitarras y sonajeras cantando de una forma extraña y muy desafinada que a mi me tocó  y me llegó en lo mas hondo. Iban vestidos con gorros con esjejos de donde salían cintas, como las de los tunos, de colores.  Los dirigía una bandera con los colores nacionales y por el otro lado la Virgen del Carmen. Yo. los escuché con mucho interés y entendía sus letras muy dificilmente. Era como flamenco de estilo "abandolao" pero con un ritmo de charanga. Me quedé impresionado de aquel cante. Cuando pregunté que era aquello me dijeron que eran "Verdiales de los Montes de Málaga". Aquel violín desafinado y agudo se quedó en mi tímpano clavado. 
     En 1976, viviendo en Suiza, estuve en un crucero de una compañía inglesa  por las Islas Griegas. Era una isla que no me acuerdo su nombre. Solo se que era muy pequeñita, y que  no había carreteras ni coches. Solo bicis. Dormí en un hotel donde me dejaron en el barco y por la mañana, al amanecer, de nuevo escuché aquel sonido agudo del violín. Hacía cinco años que no lo escuchaba. Desde aquel Congreso en Málaga. Me levanté corriendo y los vi. Eran cuatro músicos con violín y panderetas. Tambien tenían sombreros de colores(menos vistosos) y cantaban en griego que yo entendí tan dificultosamente como los de los montes de Málaga. Pregunté y me dijeron que eran "cantantes de las islas".
     En Málaga, donde vivo desde hace treinta y tres años, me he hecho un enamorado de los verdiales. Aquí se dice que es un cante morisco de los pueblos de Málaga, de los Montes. En esta tierra cuando los critianos entraron en 1491 y 1492 l, sus pobladores huyeron a los montes donde abandonaron los buenos campos para ocultarse en las montañas. Pueblos con nombres como Casarabolela, Arldales, Cartajima, Benadalid, Benalauría, Olías, etc. etc recuerdan su pasado con orgullo. Y es el verdial de la tierra el que une su folclore con jactancia. Puede que sea así. Que sea de origen morisco pero a mi no se me olvida aquel cante desafinado griego en aquella mañana de crucero y con aquelos tipos con espejos, como aquí en sus sombreros.
     En Málaga capital cuando yo vine a residir en esta tierra le llamaban tontos. !Ahí va una panda de  los tontos!!!  Hay gentes que, actualmente,  lo niegan pero en mi hospital me miraron, por aquellos sesenta y siete, cuando yo dije que a mi me gustaban los verdiales, como si fuese un "snow"., un gili.  Además: El día de las pandas de verdiales es el día de los tontos, el 28 de Diciembre y así se sigue celebrando. El tiempo y gobiernos de la izquierda en esta tierra han traido al verdial a los valles y a la Capital.
       



        Por la cinta de tu pelo 
        un canario se subía
        y se paraba en tu frente
        y en tu boquita bebía
        creyendo que era una fuente.




       Partio de Verdiales
       Partío de muchas viñas
       Partío de Verdiales
       Entre juncos y olivares 
       Estoy queriendo a una niña 
       y no me la da su madre.


        Hoy quiero, amigo bloguero, cantar a los verdiales, un cante verdaderamente auténtico de mi tierra. Un cante que bebe en el Mediterraneo, en el seco terrizo  de mi tierra, y es cantado en agudo muy fuerte, acompañado por paderetas, panderos, guitarras y violines. Si tienes la ocasión de escucharlos, escúchalo que vale la pena. Ya lo puedes escuchar algunas veces, un poco descafeinados, en tus posibles viajes a la "Costa del Sol" . Pero es un lujo auténtico escucharlo en las noches de verano ,en el campo de los Montes de Málaga, no muy lejos del Mediterraneo, y sentado en el suelo bebiendo buen vino de los Montes con el agudo del violín de fondo. 


Pedro Villagrán  05.07.10

1 comentario:

  1. Buenas,

    Soy fiestero y querría saber si puedes averiguar el nombre de esa pequeña isla Griega.

    Saludos.

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