Un magnífico
amigo mío, y compañero en ésto de la política, platicamos y discutimos algunas
veces sobre el modelo de Estado que se pactó en aquello a la que se le llama
transición política. Yo, entonces y ahora, era partidario de una ruptura
frontal con todo aquello del franquismo y sus herederos naturales para haber
creado un sistema político democrático nuevo y potente. Yo no estaba por buscar
responsabilidades políticas ni judiciales a los responsables de tantos desmanes
en el reciente pasado de entonces, pero si de hacer un Estado totalmente democrático,
con una ruptura total con lo anterior y basado en un sistema político determinado
con un reforzamiento claro de los partidos políticos. Es evidente que yo no
estaba en aquellas sesudas discusiones y mi amigo y compañero si. Y él, mucho
mas razonable y sensato que yo evidentemente, tenía mas información y mas
valoraciones reales de la situación de entonces y apoyó lo que salió de aquel
acuerdo. Yo pensaba entonces en una
ruptura y lo que vino fue la transición política. Después de ella vinieron las
legalizaciones de los partidos, la Constitución y el asentamiento de aquel acuerdo
que ha sido modelo a muchos países que pasan de un modelo autocrático para
pasar a uno democrático. Mi amigo tenía razón y bien que lo hizo en el sitio en
el que estaba emplazado.
Pero aquello
que se hizo no dejó lo suficientemente claro la estructura del Sistema Democrático
en los Partidos políticos. No dejó lo suficientemente claro al país que si se descalificaba
y se rebajaba la presencia de los Partidos Políticos, se abarataba y se
menguaba la Política,
como sistema, y se dejaba el campo libre para el populismo, los salvadores de la Patria de siempre y los
verdaderos aprovechados. Y que éstos venían siempre del mismo lado del
espectro.
El pueblo, la
ciudadanía, pedía a sus políticos trabajo, libertad, derechos cívicos y
verdadera democracia. Y así, con ese modelo como bandera, ganó el PSOE con
Felipe en el mayor apoyo a una opción de gobierno que se ha conocido en la
democracia. Yo, ya partícipe en aquellos tiempos en mi Partido, en mi trabajo
en mi hospital sentía que había mucha
gente que sin ser de izquierdas me veía con simpatía. Y, bueno, también mucha
gente me tenía auténtica aversión,
antipatía y hasta me aborrecía por estar en un Partido y militar en él. Pero,
pasado el tiempo, es evidente que en el día de hoy ha aumentado un mucho el
recelo y animadversión hacia la política.
Y nos encontramos
ahora en una situación de crisis económica, social y laboral de la que, como se
ve, no salimos, y la gente ataca, critica, censura y desaprueba a los políticos
y a los partidos políticos porque no dan soluciones. Es cierto que hay una
verdadera desafección de la clase política. Pero no deberíamos olvidar nunca
que es la Política,
y solo la Política,
la que nos puede sacar de los problemas que tenemos.
Los partidos
políticos son unos instrumentos de canalización de propuestas ideológicas para
un cambio en la sociedad. Son unas herramientas para articular propuestas consensuadas
y plasmarlas en la realidad cotidiana. Y los afiliados y militantes son los
partícipes de esas misiones. Lo de la creación de la mal llamada “clase política”
es un auténtico error. Parece que se eligen a unos representantes para que toda
la vida nos representen y nos personifiquen. Y ello lleva verdaderamente al
inmovilismo que agrava, aun más, la situación. Y pudiera ser que ello tuviera
un poco de responsabilidad en los problemas que ahora tratamos.
El PP y el Gobierno del PP, que es
absolutamente lo mismo, quieren ahora que un grupo de expertos discutan y elaboren
un trabajo para resolver la desafección de los ciudadanos a la política. Eso
suena a auténtica broma. Con la cantidad de políticos del PP que están encausados
en casos de corrupción y siguen sin dimitir contando con el apoyo de su Partido, es prácticamente imposible
dar un ejemplo para elaborar un trabajo mínimamente
serio.
Deberíamos
saber que las cosas están bastante mal. Los partidos políticos han perdido la
credibilidad de la ciudadanía. Eso está más claro que el agua. Y ante esta
situación el terreno está abonado para alternativas populistas y de cualquier
cariz contrario a la democracia.
El PSOE, mi
partido, del que me encuentro verdaderamente orgulloso de militar, prometió en
el XXXVIII Congreso Federal de Sevilla hacer una Conferencia política para dar
pasos adelante en el complicado campo de la Organización interna
del Partido Socialista. Todos estamos esperando ese momento que tan lentamente
llega. En él se debería discutir la situación actual de la Organización y las
propuestas para salir de esta crisis orgánica importante que nos ha llevado, a
nosotros más que a nadie, la desafección
de la ciudadanía. Eso esperamos como agua de Mayo.
Pedro Villagrán
10.09.12
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