Casualidades
extrañas de la vida hicieron que su padre le puso ese nombre tan europeísta. Nunca
supe el porqué. Y ese día de su santo, el 18 de Julio del 1936, celebró su onomástica con su familia. Con su
mujer, con sus hijos Federico, Diego y
Paco, con su cuñada María. Su mujer, Petra, estaba embarazada de tres meses de
Félix. Era un día normal en su casa. Él trabajaba como secretario del
Ayuntamiento de Paterna de la
Rivera, en la provincia de Cádiz, en pleno Parque Natural de
los Alcornocales a 20
Kilómetros de Medina Sidonia. Petra era maestra Nacional
(como se decía entonces) y tenía su plaza en Jerez, a 30 Kilómetros de
Paterna y, con sus hijos se había desplazado a este pueblo a pasar los tres
meses de vacaciones del colegio a una casa que tenían alquilada en el centro de Paterna. Eran los
tres únicos meses que estaban juntos todos los años, con una cierta duración en
el tiempo.
Allí, en Paterna, en ese día de su onomástica, les cogió
el Movimiento, como entonces se decía. Como un regalo macabro, unos traidores militares se sublevaron contra la República. No solo ellos. La
iglesia, los falangistas, los requetés,
los partidos de la derecha, los terratenientes, los fascistas y la derecha
social y política los apoyaron. Más que apoyarlos los forzaron en un acto de
traición repugnante.
Porque en
Paterna no había cuartel del Ejercito, ni en Medina, ni en Casas Viejas. El más
cercano estaba en Jerez. Y además la Guardia
Civil se mantuvo, en aquellos momentos leales al Régimen instaurado
democráticamente. Luego los que tomaron las riendas en aquella situación fue el
Somatén, los falangistas, los terratenientes, la Derecha, en síntesis.
Aquella
familia republicana asustada, mantenía
la situación difícil de aquel día bajo
la seguridad del cuartelillo de la Guardia
Civil que apoyaba al Poder constituido tanto Nacional como
local. Poco duró aquella situación. Pero el día 20 por la noche un camión llegó a su puerta con unos señorítos de Paterna
y de Jerez con camisas azules y después de identificarlo lo amarraron con unos
cordeles, lo subieron al vehículo y se lo llevaron. Después entraron en la casa
y se llevaron lo que quisieron. Buscaban papeles, octavillas, libros (admiradores
siempre de los libros) y de camino que se llevaban lo que ellos consideraban
subversivo, agarraban lo que consideraban de valor tangible y concreto. (Señorítos,
si, pero ladrones como vulgares saqueadores
y rateros).
Federico
apareció a los cinco días en la cárcel de Medina Sidonia. Su familia pensaba
que estaba ya en una cuneta en la carretera o en la tapia de un cementerio. No
se llevó la documentación. Solo un reloj que se colocaba en el bolsillo
superior de su chaqueta agarrado por una cadena, que por cierto desapareció.
Petra, su mujer, lo estuvo buscando por todos lados y al final lo encontró a
los cinco días en la cárcel de Medina. Estaba allí detenido, le dijeron,
acusado de rebelión militar. Mi madre, en aquel momento no lo podría creer.
Rebelión militar…mi marido. Así pues que hay un golpe militar y quien no lo
apoya se convierte en acusado de rebelión militar. ( Así son estas gentuzas).
De aquella cárcel
de Medina lo trasladaron al Castillo de Santa Catalina, al lado de la Caleta, en Cádiz. Allí
sufrió un Consejo de Guerra, una condena de muerte y una conmutación hasta su
salida en el 1945.
Tuve la suerte
de ser su hijo. Y conocerle. Era un buen tipo. Un tipo honrado y respetable. Y
hoy, 18 de Julio, era su onomástica. Con un sentido del humor espléndido decía
que él no se llamaba Federico sino “Meneo”, en alusión a los cambios de nombres
que los fascistas y los de la derecha ponían, y ponen, a todo (a los recortes
le llaman regulación). A una criminal sublevación le llamaron Alzamiento.
Y hoy, como
todos los años, en mi blog, hago mención de homenaje a él. No hay manera mejor
de homenajearlo que recordar aquellos días tan terribles para mi familia. Y no
hay manera mejor para felicitarlo en su onomástica que relatar una escena de
las miles y miles que sufrió este país por culpa de esos canallas.
Hoy es diez y
ocho de Julio. Era día de fiesta y de paga extraordinaria. La gente se iba a la
playa a ponerse colorada bajo el sol ardiente. Hoy ya ni tan siquiera los periódicos lo ponen en sus
páginas en un simple recuerdo. Pero los que perdimos la guerra no lo olvidamos.
Sin el mas mínimo rencor pero no lo olvidamos.
Este es mi
homenaje a mi Padre. A Federico Villagrán. A “Meneo”, como él se nominaba,
haciendo siempre burla de la camada negra, de la soez parafernalia fascista,
del terror de las macabras pistolas y del
Poder Negro instaurado por la intransigencia, la intolerancia y los dogmatismos. Por esas muchas cosas le
evoco. Por eso le recuerdo tanto y le respeto, a pasar de tanto tiempo de estar
sin él.
Pedro Villagrán
18.07.12
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