15 abril 2012

LA FIESTA DE LA II REPÜBLICA

Ayer fue 14 de Abril. Cuando yo era un crío, en casa de mis padres, evidentemente, no se celebraba la fiesta de la República pero si se recordaba. Mi madre, siempre muy pragmática, nunca hubiera permitido tal celebración, ya que pensaba que la actitud y adhesión de mi padre con la República había servido para dar muchos problemas, e importantes, a los míos. Pero si ser recordaba. Cuando yo ya era un joven y mi profesor de Historia del Instituto un día, en un aparte, me dijo que debería sentirme orgulloso de mi padre por su postura de siempre a favor de la República, decidí preguntarle a éste el porqué de su posicionamiento con el Régimen anterior. Me contó que su proclamación. Que había sido una eclosión de esperanza y libertad sin límites. Que había sido un avance cualitativo en los derechos de los ciudadanos, una bocanada de esperanza política en los conceptos de igualdad, libertad y participación real de los ciudadanos. Y que los de siempre, acostumbrados, igualmente, a lo de siempre, se opusieron con uñas y dientes a unos cambios sociales que le limitaban su poder de siempre. Y se opusieron política, personal, económica y brutalmente. Y como no pudieron con ella de un modo democrático crearon desde el principio un ambiente hostil y enrarecido que desembocó en el alzamiento militar que apoyaron y participaron en unión de la Iglesia y toda la derecha de este País. Y así se cargaron ese movimiento liberalizador y esperanzador para cambiar las estructuras arcaicas de nuestra España que significó la II República Española. Después vino lo que vino y la tragedia, aun mayor, de la brutal represión carnicera de los vencedores sobre los vencidos hasta su total aniquilamiento y desaparición.

Cuando militaba en el Sindicato de Sanidad de la UGT, todos los catorce de Abril nos reuníamos a festejar esa efemérides. Y en una de esas celebraciones, hace ahora 31 años, que coincidía en un Miércoles Santo, tuve la enorme suerte de conocer a Marisa, mi mujer. Y ayer en mi casa unos cuantos compañeros celebramos el aniversario de la proclamación de la II República. Ya al final brindamos con el Himno de Riego y tomamos galletas que Elena Mariscal nos regaló con la bandera roja, amarilla y morada.

En momentos donde el declive monárquico es patente. Donde cada vez más se ve una decadencia inconcebible de las estructuras obsoletas de la Monarquía y que mengua por días en simpatía de los ciudadanos para con ella, el escuchar el Himno de Riego con amigos y compañeros del alma y al lado de mi mujer que quiero, emociona, como, amigo bloguero, no te puedes imaginar.

Con los Undargarines de turno, las princesas y más princesas, los lujos inapropiados e inadecuados, las escopetas que se disparan a los pies de los dulces infantes en fragrante desatino de niños armados con armas de fuego, La Reina en Grecia en la Pascua ortodoxa haciendo no se qué, el Rey en un viaje privado en un país africano donde no tenemos ni representación diplomática, cazando y matando a indefensos elefantes, ostentando la presidencia de WWW-Adena, es de un mosaico completo de torpeza y de despropósito sin límites.

Los que, como yo, siempre fuimos fieles a la causa republicana, ayer sentimos, en unión de mis amigos, el recuerdo a lo que, por culpa de otros, no pudo ser. Pero siempre con ese regusto de que hoy, mañana o pasado mañana, estamos seguros que España será republicana. Y más regusto todavía cuando se ve lo que hay. Una institución vetusta y añeja y que en los últimos tiempos se observa que hace aguas por casi todos los lados y que desafina clamorosamente con los tiempos que corren de sobriedad, seriedad, prudencia y responsabilidad obligada hacia los ciudadanos que están pasando por momentos económicos y sociales muy severos.

¡!!Vamos a por la Tercera!!!

Pedro Villagrán

15.04.12

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