
Una vez finalizados estos días de ocupación de espacios públicos por parte de la Iglesia Católica, donde las tristezas, lo funerario y lo lúgubre han intentado enmarcar toda convivencia, así, de sopetón, se continúan poniendo ideas encima de la mesa para confundir al personal. En esta Semana, donde la gente que han salido disfrazados de KKK bajo los nombres de “la Sangre”, “Las Penas”, “El Cautivo”, “La Muerte”,” La Aflicción”, “La Sentencia”, “El Sepulcro”,etc. etc. etc. , vuelven a sus ocupaciones diarias de llevar los niños al colegio, trabajar en las oficinas o de servidores públicos, en esa euforia rara cristiana a la que estábamos ya tan acostumbrados, se aprovechan los curitas de lanzar confusiones para que la ciudadanía se líe y se confunda.
Hoy, en un periódico de mi ciudad el Ecónomo diocesano de Málaga (yo quisiera saber quien es ese señor y en que autoridad se manifiesta), dice textualmente:”No existe ninguna contribución del Estado Español a la Iglesia Católica. Solemos ser deficitarios”. Y yo, cuando escucho esto no salgo de mi asombro. Por lo visto ese erudito señor piensa que los 5.7 millones de Euros que Hacienda recaudó el pasado año con el IRPF y se los dio, así , de sopetón, a la Iglesia por decisión de los que marcaron la “X” en su casilla, es una contribución directa del contribuyente a ellos. Nada más lejos de la realidad. Ese dinero retirado del fisco general es un dinero estatal que el Estado, graciosamente, solicita a los contribuyentes sus preferencias en remitirlos a Instituciones. No es un dinero directo contribuyente-Iglesia ni nada que se le parezca. Lo contribuido directo, fruto del interés hacia ella, son las donaciones directas de los ciudadanos, las recogidas en las aportaciones de los feligreses, los cepillos, las estampitas, las entradas en los Templos (que no entiendo), las cuentas en los bancos con sus acciones y los negocietes eclesiásticos diversos. Y esto último no llega ni al 3% del gasto de la Santa Madre Iglesia en España.
Decir que el dinero percibido por la Iglesia que proviene del IRPF es un dinero propio de la Iglesia, es una auténtica falsedad y además una gran falacia con el único interés de engañar a la ciudadanía. Es como si Cruz Roja, Caritas y Proyecto Hombre (también de la Iglesia), las diversas asociaciones benéficas, solidarias y asistenciales, pensaran que el dinero que perciben anualmente de ese capítulo del IRPF por parte del Estado, le es propio en sí. Que no es propio del Estado y que éste se lo da graciosamente, según sus acciones solidarias.
Los ciudadanos no tienen la obligación de subvencionar, y por lo tanto el Estado, ni un solo euro a ninguna confesión religiosa, sea ésta cual fuere. La idea de un Estado Laico, que cada vez se hace más fuerte en nuestro pensamiento colectivo, no admite otra idea diferente de la que sean los propios fieles los que sostengan las diversas confesiones religiosas que conviven en nuestro país. Otra cosa diferente es la posible acción social de servicio a la ciudadanía que pudiera realizar, que entraría de pleno en la otra casilla diferente a marcar. Pero a la Iglesia directamente no. Y si se hace así, se le da como una opción a que el Estado graciosamente reparta. Otra cosa bastante diferente, y totalmente utópica, sería si al final de todas las cuentas de Hacienda y cuando se le dice al ciudadano cuanto tiene que pagar, se le solicitara añadir una cantidad a Iglesia. Entonces se podría saber, ciertamente, si se tienen apoyos o no. Si se tiene base social comprometida o no.
Por lo tanto Sr. Ecónomo Diocesano de mi provincia: lo que usted dice en la Prensa de hoy es una mentira. El Estado le dio a su Institución el año pasado en mi provincia, ni más ni menos que 5.7 millones de Euros totalmente, en mi criterio, caprichosos, infundados y sin la mas mínima justificación registrada. Que el Alcalde de Málaga, muy cristiano él, ponga las banderas de toda la ciudad a media asta en señal de no se que extraño luto el viernes pasado, en una afrenta total al Estado Aconfesional y Laico que entre todos defendemos, no le da derecho a decir que éste tiene la obligación de financiar los gastos comunes de funcionamiento de su Institución religiosa, nada acorde ni afecta, por otro lado, a los criterios democráticos y participativos en donde nos desenvolvemos la mayoría de ciudadanos.
Pedro Villagrán
08.04.12
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