20 noviembre 2010

MIS RECUERDOS EN EL 20 DE NOVIEMBRE

Jerez 20 de Noviembre del 1955

    Recuerdo, como en foto fija y casi en sepia, aquella noche que , en mi casa en Jerez, yo me asomaba al balcón y veía pasar por la calle los falangistas en formación con antorchas encendidas y llevando una corona de laurel a la Cruz de los caídos que estaba en la plaza de al lado de mi casa. Era  noche cerrada y sus botas con chinchetas y clavos golpeaban, casi violentamente, el empedrado de la calle. Habría llovido algo porque yo recuerdo que la calle brillaba con las luces de las antorchas encendidas. Sería allá  por los años cincuenta y cinco o cincuenta y nueve cuando los fascistas, cantando por las calles desiertas de mi pueblo, iban a depositar esa corona de laurel a los caídos y sobre todo en honor a José Antonio, su fundador, que murió en Alicante al comienzo de la guerra un 20 de Noviembre.
     Era la noche del 19 de Noviembre y recuerdo, como si fuese hoy, aquella lúgubre y tétrica comitiva que subía por la cuesta de mi calle, con sus camisas azules, sus correajes y sus botas con chinchetas, con música de  canciones de guerra y de enfrentamientos, con aquellas tenebrosas y humeantes y a la vez centelleantes antorchas de brea que expedían un humo maloliente. Yo con la ventana semi abierta y sin tan siquiera mostrarme, veía la comitiva. Mis padres ni se asomaban. Callaban. Habían apagado hasta la radio para dar la impresión de que no había nadie en la casa. Todo hacía  mas fúnebre y patética la escena. Al día siguiente no había clase y el Instituto cerraba. Era un día feriado. Era el “día del Dolor”. El 20 de Noviembre era el día del Dolor. Y lo era para recordar la muerte de José Antonio en manos de las “hordas marxistas”, como se decía, en Alicante un 20 de Noviembre del 1936.
       Yo siempre he sido muy valiente y atrevido pero aquella comitiva me ponía el vello erizado. Me daba miedo y a la vez me perturbaba. No se como explicarlo pero me sentía mal y creo que lo hacía porque sentía en mi casa unas inquietudes extrañas contra lo que pasaba por la calle con aquellas fuertes pisadas metálicas de chinchetas que chocaban contra el empedrado . Recuerdo que una noche salí de mi casa y fui, como lejano espectador a ver aquel acto de la colocación de la corona de laurel. Apagadas las luces de la plaza solo estaba el resplandor de las bengalas. Después del acto cantaron el “cara al sol”. Solo lo cantaban  ellos. Donde yo estaba nadie cantaba. Todos, estoy seguro, lo sabíamos, pero nadie lo cantó.

Lausanne 20 Noviembre de 1975

        Ya estaba nevada la ciudad y yo estaba aquella mañana  en Quirófano. Recuerdo que estaba operando una luxación de caderas de una niña cuando entró en el quirófano Livet, el jefe del Servicio del Hospital. “!!!Dr. Villagrán. Enhorabuena. Franco ha muerto”. Se me abrió de pronto una escena nueva. Me vinieron recuerdos .Me acordé de mi padre. De lo que había pasado por ese canalla. De mi madre, de lo  asustada había vivido siempre por su culpa, De mis hermanos, castigados por la siempre sensación de hijos de rojo. “Franco había muerto”. Yo ya lo esperaba y lo esperaba como la salida a una salida fisiológica de la existencia y no como una decisión de justicia para un asesino, un traidor y un verdadero delincuente. Pero, bueno, ya habia desaparecido. Estaba muerto. Ahora había un campo enorme  de esperanza para mi país. Y mientras todas esas ideas pasaban por mi cabeza mis ojos estaban en el verde chillón de las sábanas quirúrgicas, estaban en aquel campo quirúrgico rojo sangre de aquella niña con aquella luxación congénita de cadera. “ Merci, Jean Paul. Merci beaucoup." Me di cuenta que tenía el vello erizado de emoción y de rabia a la vez. Una sensación parecida a la que tuve cuando aquellos fascistas pasaban por debajo de mi casa con las bengalas.
   Salí de quirófano después de terminar la intervención y me fuí a la consulta a llamar por teléfono a mi casa y a casa de mi madre y a la de mis hermanos , en España, para que me informaran de lo que estaba pasando. Éstaba deseando llegar a comer a casa para ver a mi mujer y a mi hijo Daniel que tenía cinco meses. Cuando llegué cogí a Daniel lo coloqué en su sillita y lo puse delante del Televisor, donde estaban dando un reportaje con Franco muerto. Le hice una foto, dos, diez…
   Un día un enfermo, por lo visto  agradecido, me regaló una botella de Saint Emilion, del 70, un magnífico Burdeos. La valoré en lo que valía  y decidí guardarla para brindar con mi familia un día importante. Y ese día fué  el día que el dictador muriera. Y allí, en sitio preferente, estaba la botella. Había pasado ya por varios intentos de abrirla po parte de muchos amigos visitantes que iban a casa.
    Cuando la mesa estuvo puesta. Miré a la botella y me fui hacia ella. La abrí y mirando fijo a Daniel le dije a su madre. “Por nuestro país. Por  España. No la beberemos. En nuestra casa no se brinda por los muertos sino por la vida. Por la esperanza”.
   Después de abrirla  la vacié en el sumidero y tomamos otro vino tinto  bastante, bastante, bastante mas sintónico con nuestras posibilidades económicas pero brindamos por los nuestros, brindamos por la suerte futura de  nuestras gentes, por las gentes de nuestra clase, de nuestro estilo, no por los criminales, asesinos y por los  que nunca estuvieron con gentes como nosotros. Entonces apreté mi puño cerrado y pensé en los míos.

Málaga 20 Noviembre de 2010


      35 años. Y Todavía lo recuerdo como aquel día. Todavía no se me ha olvidado. Murió como un auténtico fascista, al lado del brazo incorrupto de Santa Teresa, rodeado de gentes de uniformes y curas con trajes de colorado. Murió artificialmente el mismo día que el fascista de Jose Antonio Primo de Rivera lo hiciese en Alicante. Murió al lado de su familia que lo rodeaba para fotografiarlo y vender la exclusiva para demostrar lo desinteresados que fueron siempre, rodeados de miserias y mas miserias. Así murió. Hoy se cumplen 35 años. Por supuesto que todo es más luminoso, hay mas esperanza, hay mas libertad y este país es mucho mas distinto. Yo, evidentemente, tengo menos pelos y mas canas, estoy muchísssssimo mas mayor y mas viejo. Pero al  Dictador Franquito se le conoce mejor y se le desprecia más. Se le  desconsidera cada vez más y aunque todavía algunos impresentables le añoran en el recuerdo, cada vez está mas lejos y cada vez mas repugnantemente lejos.
       Yo,  en el dia de hoy, 20 de Noviembre con mi vello erizado como aquellos pretéritos días,  aprieto mi puño cerrado y fortalezco mi recuerdo  como los días pasados. Hoy cuando almuerce con Marisa,  brindaré de nuevo con un buen vino (mejor que el del día de su muerte), sin el más mínimo rencor y lo haré  no por los muertos sino por los vivos, por los mejores, por los muchos que queremos y anhelamos una España mejor, mas justa y mas solidaria.




Pedro Villagrán 20-11-10

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