16 diciembre 2010

LA INTERVENCIÓN DE ANTONIO SOLER EN EL ATENEO DE MÁLAGA

      El pasado martes, en el antiguo y bello Conservatorio de María Cristina, el Ateneo de Málaga entregó sus Medallas de oro a cinco personas de Málaga que se han destacado en diversas facetas cercanas a la Cultura , al Pensamiento y a la acción didáctica de excelencia. Entre otros, como informé hace unos días estaba Rafael Ballesteros. Rafael político, escritor, profesor, poeta, referente político y amigo donde los haya.
   La palabra magnífica de maestro, el sentimiento extraño  de aprendiz de cosas que parecen normales y sencillas y que nunca te habían antes emocionado realmente, el hacer siempre las cosas con una intención determinada y no porque sí, la visión de un mundo donde lo colectivo está muy por encima de lo particular, el sentimiento de la solidaridad y de amistad llevado a la propia integración personal en el grupo...todo eso, todo eso, todo eso son los sentimientos que se tiene en una charla con mi amigo Ballesteros. Por mi amistad hacia él , por mi  inquebrantable orgullo de ser de los suyos, por estar en su colectivo, por eso, por eso hice un gran esfuerzo y vine de Madrid a Málaga a estar en ese acto.
      Realmente no soy objetivo con Rafael. No lo soy en absoluto. Pero no por eso tengo la mínima verguenza de mi ausencia de objetividad. Muchas veces, cuando hablamos,  creo soy desagradable cuando no comparto sus criterios. Porque el asunto es que  el cuerpo te pide compensar, de alguna manera, tanta subjetividad. Y los que no tenemos la posibilidad de no ejercerla nos ponemos, en cierta medida , simplemente para compensar, ciertamente desagradables. Por eso cuando el otro día, el martes, Antonio Soler hacía en la entrega de la medalla el semblante de Rafael  me emocioné de un modo mas intenso que el habitual.
    Hablaba Antonio Soler de muchas cosas. Del magisterio de Rafael ante la política.Del caracter didáctico de hacer política de la buena. De la de con mayúsculas. De su actitud ante la vida. De su honradez personal. De su ética. De su enorme respeto hacia los demás. De su concepto de grupo. De su valoración política negativa  de la actual tendencia de supremacía  del individuo frente al grupo. De su amor a lo colectivo, muy  por encima de lo que significa lo  individual, De su amor a las cosas bien hechas. De su concepto del pluralismo y de la discrepancia. De su concepto del papel de las mayorías y de las minoría.
    Antonio Soler hablaba de un auténtico personaje. De una auténtica celebridad. Hablaba Antonio Soler de una persona que organizó el Partido a nivel Federal, que luchó por sus ideales hasta la auténtica exageración, que fué un magnífico profesor de Instituto, que fué un magnífico Secretario General. 
    Hablaba Antonio de una persna  que hizo una magnífica labor en su provincia como dirigente político, como promotor e iniciador de cimientos culturales que hoy son pioneros en esta  provincia, como el Centro Generación del 27 o la casa natal de Picasso. 
    Hablaba Antonio de una persona que actualmente escribía prosa y poesía, sintiéndose totalmente satisfecho, en un modo magnífico de expresarse,  totalmente sincero y exageradamente exigente consigo mismo.
    Hablaba Antonio tambien de unas cosas de las que yo también lamento y comparto ese triste sentimiento. Hablaba Antonio de la sensación de clandestinidad por parte del Partido con respecto a Rafael Ballesteros. Esa increible esa vergonzosa ignorancia por parte de los dirigentes del Partido hacia un compañero leal, trabajador , sincero y  altamente destacado que debería ser una refencia orgullosa de toda la Organización. Lo que pasa es lo que pasa. Y para que vamos a desorbitar las cosas. Las cosas están como están. Pero lo  peor del asunto es que  nos estamos acostumbrados ya a tal enfollonamiento, sobre todo en mi provincia, que vemos normal lo que nunca fué normal. ( los  acontecimientos  en el Grupo Municipal Socialista, por ejemplo). Y lo  vemos totalmente normal porque nos estamos acostumbrados a que los perales den peras y los naranjos naranjas den.  Y no es nada anormal lo que está pasando porque esa es , ni mas ni menos,  una forma determinada de hacer política, política pequeña, empobrecida, corta, cegata , mala polltica.,  una forma determinada  de hacer política.
     Por eso, cuando Antonio Soler hacía la semblaza de Rafael, yo, como un montón de gente que allí estábamos, nos emocionamos ante tanta verdad, ante tanta veracidad, ante tanta explendidez, ante tanta evidencia de aquellas palabras. Y nos dolía en el alma , y por ello se me saltaron las lágrimas, ante tanta mezquindaz, tanto enanismo, tanta estrechez de miras , tanta sordidez de aquellos a los que refería Antonio de forma elegántemente eliptica a los que tu y yo sabemos sus nombres y sus referencias.




Pedro Villagrán  16.12.2010

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